FORMAS DE VIDA (MS 604)

Charles S. Peirce (1905-1906)



Traducción castellana de Sara Barrena (2005)


Este texto corresponde al MS 604. Entre los manuscritos de Peirce sobre la clasificación de las ciencias, se encuentran estas cinco páginas, sin fecha, sobre los tres tipos de hombres, los de sentimiento, esto es, los artistas, los hombres prácticos u hombres de acción y los genuinos buscadores de la verdad o científicos. Se trata del boceto del primer capítulo de un libro. Los otros capítulos que se conservan son MS 605 "Sobre la clasificación de las ciencias" y MS 606-8 "La naturaleza de la investigación lógica". Probablemente fueron escritos hacia 1905-1906.


Este pequeño libro trata acerca de la búsqueda de la verdad. Las vidas de los hombres, consideradas desde este punto de vista, parecen ser de tres clases. Hay, en primer lugar, hombres de sentimiento y de buen discernimiento, tales como los artistas, poetas y músicos. Son los más afables de los hombres y hacen más que los demás para iluminar la vida humana. Parecen razonar poco y de forma muy simple. Es verdaderamente sorprendente lo exactos que son sus juicios cuando no están deformados, pero parece que no hay nada que impida que se deformen excepto su buen sentimiento habitual. En breve, no sé qué lección adecuada para este libro puede derivarse de ellos excepto aquella de la maravillosa eficacia y de lo extremadamente poco común de la práctica de mirar más allá de los propios ojos.

En segundo lugar, están los hombres prácticos, brutalmente interesados, ocupados toda su vida en el arte de la guerra unos con otros. Sin discusión, la mayor parte de lo que es bueno en la sociedad humana, así como de lo que es malo, se debe a estos hombres. Gobiernan justamente el mundo, pero es verdaderamente sorprendente con qué poco razonamiento efectivo lo hacen. Lo que ellos toman por razonamientos están, en efecto, ligeramente infundidos de ese carácter, pero sus mayores ingredientes son hábitos probados durante largo tiempo y que se ha encontrado que funcionan bien. La verdad es que los hombres prácticos desconfían del razonamiento puro, y hacen bien, pues usualmente es erróneo. A pesar de todo, realizan a menudo razonamientos, y razonamientos muy difíciles. Asaltan la ciudadela de la verdad a punta de cañón, sabiendo bien que corren grandes riesgos, pero sin darse mucha cuenta de lo tremendos que son esos riesgos que convierten sus éxitos en todo menos en minúsculos, quizás de forma providencial. Es en verdad imposible que los razonamientos del hombre práctico, esto es, del egotista, sean completamente sólidos, y por esa razón esos razonamientos difieren esencialmente de aquellos de la ciencia y exigen una teoría especial que creo que se expondrá en este pequeño libro de forma más exacta de lo que ha sido nunca.

En tercer lugar, están los hombres que dedican toda su vida a la búsqueda desinteresada de la verdad. Son los hombres entre los que el escritor de este libro ha tenido el privilegio de pasar toda su vida, y naturalmente sostiene que son superiores a todos los demás. Ningún individuo de esa sociedad espera hacer, él mismo, algún avance grande hacia la verdad completa y perfecta, sino que continúa los trabajos de sus predecesores y espera que sus sucesores continúen los suyos. Apenas se pregunta a sí mismo cuánto tiempo puede calcular razonablemente que durarán sus trabajos. Quizá piensa que, aunque la raza humana ha recorrido ya la mayor parte de su trayectoria y puede estar cerca de la extinción, es su deber no perder el valor, sino continuar trabajando para sacar la verdad a la luz con la esperanza de que aquello que él hace no sea en vano. Sin sentirse competentes para pronunciarse acerca de tal cuestión, muchos científicos están animados por una profunda adoración hacia algo más allá de la naturaleza. En cualquier caso, los métodos de la ciencia son tal y como serían si todo problema estuviera destinado a encontrar finalmente una solución definitiva que no pudiera ser perturbada más de lo que lo ha sido la ley de la gravedad. Es fácil ver que bajo esas circunstancias el método racional de investigación puede ser diferente al método más racional para alguien que deba actuar según la mejor respuesta rápida que pueda obtener, incluso aunque sea arriesgada, e incluso aunque pueda ser radicalmente errónea.


Fin de "Formas de vida", C. S. Peirce (1905-1906). Traducción castellana de Sara F. Barrena (2005). Fuente textual en MS, 604.

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Fecha del documento: 10 de octubre 2005
Ultima actualización: 30 de enero 2011

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