Conceptos claves de La Ideología


Julia Fernández Tellechea


En este segundo apartado se va a determinar el contenido efectivo de La Ideología y su valor a través del estudio de sus principales ideas.

Pero, cuidado, porque no se trata de resumir ni de explicar todas las propuestas y reflexiones filosóficas o lingüísticas que contiene. No, de lo que se trata ahora es de seguir alumbrando la comprensión de La Ideología y su valor a través del esclarecimiento de aquellos conceptos que por su decisiva importancia a la hora de lograr una correcta interpretación de la obra y por la sobrecarga de significado que han ido acumulando a lo largo de los años que nos separan de 1820, requieren una especial atención.

El primer concepto clave que se analizará será el de ideología, y le seguirán el de idea, signo y lógica1. Estos tres últimos serán analizados exclusivamente, porque es lo pertinente, dentro del marco que resulte del estudio del concepto de ideología. Finalmente, se comparará todo lo expuesto en relación a estos cuatro conceptos, con las reflexiones vertidas por Miguel García de la Madrid en su obra.

El análisis y estudio de estos conceptos resultará clave para la mejor comprensión de la obra en su contenido y envergadura, de manera que al finalizar este apartado, el presente Trabajo de Investigación estará ya en disposición de determinar cuál debe se el lugar, hasta ahora olvidado, de Miguel García de la Madrid y de su obra La Ideología o tratado de las ideas y de sus signos.

1. Ideología

El término "ideología" remite hoy al ámbito de la política, pero mucho antes perteneció al más puro plano filosófico. Cómo pasó del plano filosófico al político es algo que, como se verá, sólo se entiende tras la comprensión de la vocación cívica, social, revolucionaria, de quienes profesaron la ideología como ciencia y corriente filosófica. En cualquier caso, lo que ahora, y hasta no ahondar en el concepto, urge subrayar es el diferente significado que en 1820, año en que Miguel García de la Madrid publica La Ideología, y durante todo el siglo XIX, tuvo el vocablo "ideología" respecto del significado que ahora nos servimos de expresar con esta misma voz.

Corre el año IV (1796) de la República francesa, gobierna el país galo un Directorio compuesto de cinco hombres y dos Cámaras, Napoleón Bonaparte es nombrado comandante en jefe del ejército del interior, triunfan las doctrinas sociales de Rousseau y Voltaire, y el 3 de brumario (finales de octubre) se promulga la Ley sobre la Organización de la Instrucción Pública. Esta ley nace para reorganizar la enseñanza pública y va a ser determinante, pues con ella llegan dos acontecimientos definitivos.

Primer acontecimiento: la creación en París del Institut national des sciences et des arts, un centro avanzado de investigación científica en el que prestar atención a todas las disciplinas y en torno al que se reunieron los hombres más sobresalientes en las ciencias y en las artes francesas. El Instituto estaba dividido en tres clases cada una de las cuales volvía a dividirse en secciones: la primera clase era la de ciencias físicas y matemáticas, la tercera clase la de literatura y bellas artes, y la segunda clase era la de las ciencias morales y políticas que constaba de seis secciones entre las que se encontraba la denominada "Análisis de las sensaciones y de las ideas". Y segundo acontecimiento definitivo, la instauración de la cátedra de Gramática general en todas las escuelas centrales (instituciones de enseñanza pública secundaria) de Francia.

Pues bien, estos dos acontecimientos resultan ahora decisivos porque será en el Institut national des sciences et des arts, dentro de la segunda clase y en la sección de "Análisis de las sensaciones y de las ideas", donde se pronuncie por primera vez el término ideología, y porque será la creación de la cátedra de gramática general en las escuelas centrales lo que motive la elaboración de la obra referente de ideología: Eléments d’Idéologie.

Efectivamente, el término "ideología" fue pronunciado por primera vez entre 1796 y 17982 en el Institut national des sciences et des arts dentro de las clases correspondientes a la sección de "Análisis de las sensaciones y de las ideas", a lo largo de unas lecciones dictadas por Antoine Louis Claude, conde Destutt de Tracy, quien define la ideología como ciencia de las ideas —una ciencia que "vous le savez, est la première de toutes dans l’ordre généalogique, puisque toutes les autres émanent d’elle"3—, que como se ve poco o nada tiene que ver con el sentido en que usamos hoy del término. Y efectivamente también, la creación de la cátedra de gramática general será el pretexto para que este mismo filósofo elabore Eléments d’idéologie, al entender que con dicha creación los legisladores:

[...] avaient senti que toutes les langues ont des regles comunes qui dérivent de la nature de nos facultés intellectuelles, et d’oú découlent les principes du raisonnement; qu’ils pensaient qu’il faut avoir envisagé ces regles sous ces trois points de vue pour connaître réellement la marche de l’intelligence humaine, et que cette connaissance non seulement est la seule base solide des sciences morales et politiques dont ils voulaient avec raison que tous les citoyens eussent des idées saines, sinon profondes; qu’en conséquence leur intention était que, sous ce nom de grammaire générale, on fît réellement un cours d’idéologie, de grammaire, et de logique, qui, en enseignant la philosophie du langage, servît d’introduction au cours de morale privée et publique4.

En resumen: Destutt de Tracy entiende que con la creación de esta cátedra de gramática general se consolida la idea de que todas las lenguas tienen unas mismas reglas, y que estas mismas reglas derivan de nuestras facultades intelectuales, de nuestro razonamiento, de manera que lo que los legisladores pretendían era impartir lecciones acerca de la manera como se forman, se deducen, combinan y expresan las ideas, o lo que es lo mismo "un curso de ideología, gramática y lógica". Finalmente, y al considerar que no hay un solo libro que pudiera servir en la instrucción de esta nueva cátedra de gramática general, Destutt de Tracy decide escribir sus célebres elementos de ideología, obra en cinco partes elaborada entre 1801 y 1815 en los que trata de la ciencia de la ideología propiamente dicha (1801), de la gramática ("seconde partie", 1803), de la lógica ("troisième partie", 1805), de la voluntad, de la economía y la moral ("IVe y Ve parties" 1815)5.

Se añade en este pretexto, un elemento llamativo, que ilustra aquello que se dijo al inicio de este epígrafe acerca de la vocación cívica y social de los ideólogos, y que aprovecho para intentar explicar cómo pasó el término ideología del plano filosófico al político. Este elemento llamativo es su convencimiento de que el estudio de la ideología, la gramática y la lógica constituye la única "base sólida para el estudio de las ciencias morales y políticas".

De manera que para Destutt de Tracy, y junto con él para el resto de los ideólogos6, su escuela filosófica no es meramente especulativa sino que tiene una clara vocación cívica: a través del estudio de la ideología se alcanzan valores y conocimientos que ayudan al progreso social, político y económico. De ahí que los ideólogos no fueran meros especuladores intelectuales, sino activos miembros de una sociedad agitada, la de la revolución francesa, convencidos de poder liderar el progreso social y económico de la nación. Y es justamente este convencimiento el que propicia el traspaso del concepto de ideología del ámbito filosófico al político.

Tomando como ejemplo la figura de Destutt de Tracy —que sirve de perfecto paradigma de la personalidad y vida del resto de los ideólogos— hallamos justificación para el cambio semasiológico que sufrió el término de "ideología" en apenas un siglo. Antoine Louis Claude, conde de Tracy y Señor de Paray-le-Frésil nació en 1754, en el seno de una familia noble de orígenes escoceses7, fue coronel segundo del Real de Caballería. En 1789 fue enviado a los Estados Generales en representación de la nobleza, y en sus intervenciones demostró unas reivindicaciones en materia de igualdad social y destrucción de toda clase de privilegios que sobrepasan los del resto de sus colegas. En los Estados Generales entablará amistad con La Fayette, Sieyès, Talleyrand, Cabanis y Condorcet. Revolucionario o liberal moderado, se enfrentó a los jacobinos (Robespierre, Marat...), por considerarlos socialistas extremos, de manera que cuando éstos se hicieron con el gobierno de la nación fue condenado a cárcel al igual que otros ideólogos como Condorcet. Un año pasó Destutt de Tracy en prisión, un año que no fue vano porque durante aquel tiempo tuvo ocasión de familiarizarse con Condillac y otros filósofos. En 1794, con la muerte de Robespierre sale de prisión, y apenas un año después y a propuesta de su amigo Cabanis comienza a dictar sus famosas conferencias sobre la facultad de pensar8 en el Institut national des sciences et des arts. En 1798 Napoleón Bonaparte ofrece a Destutt de Tracy el cargo de mariscal de campo en su campaña de Egipto, él lo declina, desea dedicarse a la filosofía. En febrero de 1799 es llamado a formar parte del Consejo de Instrucción Pública con el encargo de acelerar el examen de los cuadernos de gramática general y de legislación, para su pronta aplicación tal y como dictaba la ley de 3 de brumario del año IV. El 18 de brumario (noviembre), tras el golpe de estado que impone el Consulado napoleónico, de Tracy es nombrado miembro del senado9. Las ideas sociales y políticas que de Tracy quiere insuflar a la enseñanza pública para la formación de unos mejores ciudadanos y su racionalismo en el gobierno, choca enseguida con las intenciones de Napoleón Bonaparte. El 9 de noviembre de 1800, Jean-Antoine Chaptal10, nuevo ministro del interior, presenta un nuevo plan de instrucción pública por el que en 1802 se acabará por reemplazar las escuelas centrales por "escuelas comunales" en las que la gramática general, la moral y la legislación serán eliminadas del currículo. El 24 de diciembre de 1800 en la Ópera de Paris explota una bomba dirigida a Napoleón, quien responsabiliza del atentado a los jacobinos y manda exiliar a ciento treinta de ellos, los ideólogos reprueban esta decisión, y es aquí donde termina por encenderse el enfrentamiento entre Napoleón y aquellos. El 23 de enero de 1803 Napoleón suprime la segunda clase del Institut national des sciences et des arts, por entender que es un foco de "agitación ideológica", empieza la campaña de desprestigio de la escuela de la ideología:

Déjà l’Idéologie revêt le sens d’une métaphysique abstraite, nébuleuse, incapable de saisir le sens du réel. Dans leur intransigeance, ces sophistes de la révolution perdent de vue les droits de l’homme, dont le Premier Cónsul est le véritable défenseur. Bonaparte se berce de l’idée que, dans son autoritarisme même, il est l’héritier de la promesse révolutionnaire. L’homme d’action s’oppose aux “enfileurs de phrases”11.

Destutt de Tracy deberá esperar a la instauración de la monarquía constitucional borbónica (1815) para ver publicada al completo su célebre obra Eléments d’idéologie. Mientras, el término "ideología" alcanza unas connotaciones despectivas: la ideología es el afán de teorizar por teorizar sobre la sociedad, la política y la economía, intentando con ello dirigir a su antojo y sobre vanos fundamentos racionales alejados de la voluntad del pueblo, el país. Karl Marx retoma esta noción de ideología12, que con él acaba por encallar en el concepto tal y como lo entendemos hoy en día.

Quizás, esta exposición haya sido demasiado larga, pero está justificada, no sólo porque proporciona la comprensión del cambio semasiológico que sufre el término ideología, sino también porque resultan muy sugerentes las semejanzas entre la vida y actitud de Destutt de Tracy y la de Miguel García de la Madrid, protagonista de este Trabajo de Investigación. Salvando las evidentes distancias que hay entre un hombre de estado y otro cuanto mucho de alcaldía, entre un reconocido filósofo y otro olvidado, las biografías de Destutt de Tracy y Miguel García de la Madrid corren en ciertos puntos paralelas: no es sólo su preocupación social y política que les lleva a ejercer cargos públicos, su preocupación económica que les lleva a escribir sobre economía política, tampoco la preocupación por la educación de sus respectivos países que les llevará a los dos a ocuparse de la legislación de la instrucción pública13 y de otros asuntos de ámbito pedagógico, ni el evidente interés compartido por la manera en que el hombre conoce y da a conocer el mundo, ni tan siquiera el detalle cabalístico de la cercanía de sus respectivas muertes (Destutt muere en 1836); es también el que ambos sufrieran censura y sobre todo cárcel por su liberalismo moderado.

Tras relatar la manera en que cambia de significado el término "ideología", y señalar el carácter comprometido social y políticamente de los ideólogos, cuestión importante para la comprensión de la figura de Miguel García de la Madrid y su obra; tras todo esto, insisto, corresponde volver al estudio de la significación que en 1820, año en que se publicó La Ideología o tratado de las ideas y de sus signos, tiene el término "ideología".

No obstante, antes conviene hacer una advertencia: lo que sigue inmediatamente a este párrafo es una sintética descripción de la ideología como ciencia, y es sintética por vocación. La pretensión más inmediata de este Trabajo de Investigación es establecer el objeto de estudio y método de una ciencia, de la ideología, independientemente de las conclusiones o reflexiones que a partir de ella alcanzaron quienes se consagraron a su investigación. A priori, sin un análisis más profundo y extenso, no se puede saber cuál fue, de entre todas las obras de ideología, de todos los ideólogos, la mayor influencia de Miguel García de la Madrid, pues en su texto La Ideología sólo se cita en dos ocasiones y de manera muy general a Destutt de Tracy, y ni siquiera se hace referencia a alguno de los "ideólogos españoles", poquísimos, que le precedieron; por otra parte la nómina de ideólogos es muy extensa y heterogénea, luego buscar coincidencias entre las distintas obras de ideología es algo que supera con mucho los afanes de este Trabajo de Investigación14. Además, tal y como se acaba de ver, la ideología supera su naturaleza de ciencia y acaba advirtiéndose y convirtiéndose en un movimiento no sólo filosófico, sino también político, y accede de este modo a España con un claro tono y atractivo liberal, por lo que aún —a estas alturas de la investigación— tienta la sospecha de que Miguel García de la Madrid, un hombre tan de su tiempo, escriba su particular ideología desde el oportunismo, el hábito liberal o al simple moda.

Por todo esto, lo más sensato para establecer el valor de La Ideología es, primero, comprender la ciencia de la ideología en su mera formulación y desde su génesis, sin atender a las originalidades que cada uno de los autores adscritos a esta escuela filosófica fueron aportando a la visión ideológica, y, segundo, observar la manera en que García de la Madrid se vale de la ciencia de la ideología para escribir el texto y determinar así su adhesión o no a la nómina de ideólogos españoles, lo que no se verá hasta el epígrafe 2.2.5.

"Je préférais donc de beaucoup que l’on adoptât le nom d’idéologie, ou science des idées"15. Estas son las palabras que Destutt de Tracy pronunció a lo largo de aquellas conferencias impartidas en el Institut national des sciences et des arts.

Así, sin más explicación, la definición de la ideología como ciencia de las ideas es hasta desconcertante (al menos no es una cuestión insignificante para aquella época, finales del siglo XVIII, la noción de ciencia referida a las humanidades, a la filosofía) y desde luego, yerma de comprensión. La escueta definición, escueta y rigurosamente etimológica, que Destutt de Tracy formula para este nuevo término adquiere sentido dentro de una tradición humanística y filosófica que viene de tiempo atrás. De hecho, el mérito de Destutt de Tracy, no es otro —y aun así, valiosísimo mérito— que el de identificar, acotar y sobre todo, nombrar16 una nueva manera de enfocar la eterna preocupación sobre el modo en que el hombre comprende, aprehende, el mundo, una nueva manera que, insisto, no es original suya, y que el mismo Destutt de Tracy atribuye a Condillac17, pero que afirma se enciende con Locke18.

Resulta difícil, muy difícil, establecer cuál es, de una cadena ininterrumpida de eslabones, el primero de ellos. Por esto, ha de bastar señalar que la génesis de la ideología hubiera sido inconcebible sin la asimilación y maduración de dos corrientes del siglo XVI enfrentadas con más empeño que razones: el racionalismo y el empirismo. Si bien el racionalismo cartesiano señala la razón como única fuente de conocimiento y se sirve de las ideas innatas para explicar la manera en que conocemos el mundo, para el empirismo sólo hay una fuente de conocimiento: la experiencia como información proporcionada por los sentidos. Diferencias aparte, ambas corrientes tienen en común tres cosas: primera, su preocupación por la manera de conocer del hombre, segunda, que en ambas corrientes filosóficas conocer es conocer ideas, y tercero, su ideal científico, es decir, el convencimiento de que para resolver cuestiones humanísticas es preciso seguir el modelo científico, colmo de racionalidad. Y son estas coincidencias las que alimentan la ideología como ciencia para dirimir la manera en que conoce el hombre el mundo que le rodea, estas coincidencias y una enorme confianza en la razón humana para resolver todas las cuestiones, herencia del racionalismo, además del convencimiento de que no existen ideas innatas, herencia del empirismo inglés.

Por todo esto no es casual que sea Locke (1632-1704) el primer filósofo en ser citado por Destutt de Tracy en el prefacio a sus Éléments d’idéologie, y es que es él también el primer filósofo en el que convergen estos pilares que propiciaron el nacimiento de la ideología: primero, su radical planteamiento gnoseológico como único posible para el eficaz desarrollo científico en todas sus vertientes19; segundo, su método y objetivo científico lejano a las especulaciones20; tercero, su convencimiento de que no existen ideas innatas, de que todas las ideas son adquiridas de la experiencia a través primero de la sensación, y también, de la reflexión posterior21; y cuarto, la meta moral de su planteamiento filosófico22.

[...] desde Aristóteles se viene repitiendo que nuestros conocimientos proceden de los sentidos; [...] Inmediatamente después de Aristóteles viene Locke, pues es ocioso tener en cuenta a todos los demás filósofos que han escrito sobre el mismo tema. Este inglés ha derramado sin duda, mucha luz sobre el asunto, pero todavía queda obscuridad23.

Estas palabras son de Étienne Bonnot de Condillac (1714-1780), filósofo empirista francés que, según afirma Destutt de Tracy, creó la ciencia de la ideología24.

Una de las principales aportaciones de Condillac a la filosofía fue precisamente la de llevar hasta sus últimas posibilidades la tesis mantenida por Locke de que las ideas provienen de las sensaciones, afirmando que incluso aquellas ideas fruto de la reflexión de las que hablaba Locke tienen también como único origen la experiencia (a través de los sentidos); pues si bien para el filósofo inglés las operaciones mentales (la reflexión) tienen un carácter innato, para Condillac el entero edificio del conocimiento humano se edifica sobre las sensaciones25. Y será su empeño en demostrar esta tesis sensualista del entendimiento humano, y el método analítico de rigor empírico que emplea en el estudio de las ideas, lo que lleve a Destutt de Tracy a afirmar que él es el creador de la ideología, pues efectivamente, nadie como él, ni aun Locke, estudió hasta entonces las ideas, aunque "malgré l’excellence de sa méthode et la sûreté de son jugement, il ne paraît pas avoir été exempt d’erreurs"26.

Vista la génesis de la ideología, o de la ciencia de las ideas, se entiende mejor su objeto: la ideología es una ciencia que tiene por objeto el estudio del origen y formación de las ideas en el convencimiento de que conocer la manera en que se originan las ideas y su procedencia es conocer la manera en que conoce el hombre el mundo y los límites de este conocimiento, para así poder dirigir la conducta del ser humano hacia el progreso en todas sus facetas. Y de lo visto también puede deducirse, aunque tan sólo parcialmente, el método de este estudio: un método analítico y empírico. Pero digo parcialmente porque aún no se ha expuesto el campo de observación, y es precisamente a esto a lo que se dedican las siguientes páginas.

Destutt de Tracy debió de mencionar en su prefacio a Éléments d’idéologie a más gente. Sí, debió ser más generoso y atribuir el origen de la ideología como ciencia no sólo a Locke y a Condillac, sino también a los autores de Grammaire genérale et raisonnée de Port-Royal (1660), el lógico Antoine Arnauld y el gramático Claude Lancelot, sin duda, la gramática más influyente a lo largo de la historia, no sólo en los años que la siguieron sino también en nuestros días gracias a la revisión de Noam Chomsky27.

El atractivo de los gramáticos de Port-Royal radica en tres consideraciones complementarias: primera, la idea de una gramática general tal y como la definió cien años después Beauzée, a saber: la ciencia de los principios inalterables y generales de la lengua hablada y escrita, tal como aparecen en toda lengua particular28; segundo, el convencimiento acerca de la existencia de unos universales del lenguaje; y tercero, la concepción del lenguaje como manifestación de las operaciones básicas que realiza la mente humana29.

Ya se vio en la página 99 de este Trabajo de Investigación cómo Destutt de Tracy interpretó la creación de la cátedra de gramática general como la consolidación de "la idea de que todas las lenguas tienen unas mismas reglas, y que estas mismas reglas derivan de nuestras facultades intelectuales, de nuestro razonamiento", y cómo esta interpretación de la voluntad legislativa fue la que le movió a la redacción de Éléments d’idéologie. He aquí, pues la primera prueba de la inestimable aportación de Grammaire genérale et raisonnée de 1660 surgida de los muros de la abadía de Port-Royal: no es sólo la creación de la cátedra con el mismo nombre que la propuesta científica de Arnauld y Lancelot, sino también la redacción de la ideología bajo el presupuesto de que todas las lenguas tienen unos principios gramaticales comunes porque el lenguaje es manifestación de las operaciones básicas que realiza la mente humana.

Pero aún va más lejos la aportación de los racionalistas de Port-Royal a la ideología, pues —retomando la cuestión del método, del campo de observación— sus ideas propician el particularísimo método de análisis que emplea Condillac y que es el característico de la ideología como ciencia.

[...] pero al examinar más detenidamente este asunto he observado que existe una conexión tan grande entre las ideas y las palabras, y que nuestras ideas abstractas y los términos genéricos tienen una relación mutua tan constante que resulta imposible hablar con claridad y distinción sobre nuestro conocimiento, que consiste todo en proposiciones, sin primero considerar la naturaleza, el uso y la significación del lenguaje, así pues, esto será el asunto del siguiente libro30.

El Ensayo de Locke es la primera obra en la que se manifiesta que para la resolución de los problemas filosóficos es imprescindible atender al lenguaje; y su libro III, que lleva por título Las palabras, "constituye el primer tratado de filosofía del lenguaje porque en él se abordan explícitamente problemas epistemológicos ligándolos a problemas semánticos"31. En definitiva, a partir de Locke se abre una nueva vía de investigación para la comprensión del funcionamiento del entendimiento humano: la del lenguaje32. De manera que es a partir de él, también, que se entiende la inclusión de reflexiones paradigma los Éléments d’idéologie de Destutt de Tracy, obra en la que se dedica la segunda parte a la gramática y en cuya introducción al Extrait raisonné de la grammaire, servant de table analytique se lee: "La grammaire n’est pas seulement la science des signes; elle est la continuation de la science des idées"33.

Pero es preciso volver a Condillac, el agitador de las doctrinas de Locke, para acabar de conocer el verdadero alcance de esta nueva perspectiva gramatical en la ideología.

Ya se dijo en páginas atrás que la filosofía de Condillac se caracteriza por llevar hasta sus últimas consecuencias la negación del innatismo, de forma que aunque Locke reconoce el innatismo de ciertas operaciones mentales, Condillac se rebela: su vocación cientista, sistemática, empírica y rigurosa le impiden admitir, a diferencia de Locke, la existencia de un principio innato de síntesis en el entendimiento humano que posibilite la reflexión. Pero el planteamiento es grave, porque ¿cómo explicar facultades tan alejadas de lo sensible como la abstracción, el juicio o el raciocinio, sin apelar a un poder de reflexión dado, innato? La clave: el lenguaje.

[...] todo confirma que pensamos únicamente con la ayuda de las palabras, y basta esto para hacernos comprender que el arte de raciocinar se ha iniciado con las lenguas34.

Por el contrario, bajo cualquier aspecto que se consideren las ideas, ninguna de ellas dejará de ser innata; si bien es cierto que todas están en nuestras sensaciones, no es menos cierto que para nosotros todavía no se encuentran allí mientras no las hemos sabido observar, y ésta es la razón por la que el sabio y el ignorante no se asemejan si no en la manera de sentir, pero no en las ideas, aunque los dos tengan idéntica organización; pero el uno ha analizado más que el otro; así pues, si es el análisis el que nos da las ideas, éstas son adquiridas, puesto que el análisis se aprende; por tanto, no hay ideas innatas.

Se razona mal cuando se dice esta idea está en nuestras sensaciones, por consiguiente, nosotros tenemos esa idea y, no obstante, este razonamiento no deja de repetirse. Puesto que no habiendo observado todavía nadie que nuestras lenguas son otros tanto métodos analíticos, tampoco se observa que sólo analizamos por ellas, y así se ignorará que les debemos todos nuestros conocimientos35.

Esto no se ha notado, porque no habiendo observado cuán necesarias son las palabras para formarnos toda clase de ideas, se ha supuesto que sólo servían de medio para comunicarnos nuestros pensamientos36.

Para Condillac el lenguaje es mucho más que un medio de comunicación: además de demostrar el innatismo de las ideas, el lenguaje posibilita la reflexión y el resto de las operaciones mentales superiores37, de manera que si el hombre piensa es gracias al lenguaje y, además, a través del lenguaje, de sus signos. Luego para entender el origen de las ideas, la manera en que se expresan y combinan, es preciso analizar el lenguaje.

He aquí, el campo de observación del análisis a partir del que poder comprender las ideas, y por lo tanto, la manera en que el hombre conoce. No hay diferencia respecto de las conclusiones a las que llegaba Locke, lo que sí hay es un diferente compromiso, un vínculo poderoso entre el lenguaje y pensamiento, porque mientras en Locke lenguaje y pensamiento eran entidades diferentes, en Condillac el lenguaje no es sólo un instrumento del pensamiento, sino su razón misma. Y de aquí que para Destutt de Tracy, la gramática —que para él no es otra, evidentemente, que la gramática general o universal— sea la metodología de la ideología, el instrumento mediante el cual se puede investigar la estructura básica del entendimiento humano, y su parte segunda de Éléments d’idéologie, su Grammaire tenga el mérito de:

[...] commencer par le commencement, d’être la suite d’un traité d’idéologie. Elle n’est point un art de parler. C’est un traité de la science des signes, continuation de celle des idées, introduction à celle du raisonnement38. Je n’ai recherché la formation des idées, que pour bien connaître la théorie de leur expression. Je n’examinerai leur expression, que pour découvrir les lois de leur déduction39.

A modo de resumen: ideología en su origen es el término acuñado a finales del siglo XVIII por el filósofo y estadista francés Destutt de Tracy para la denominación de la ciencia de las ideas; una ciencia de objeto y metodología determinados por otro filósofo francés, el sensualista Condillac, que parte, fundamentalmente del pensamiento de Locke, y que bebe de la tradición empírica y racionalista. La ideología, en cuanto que ciencia de las ideas tiene por objeto estas, el origen de las ideas, sus combinaciones, y por método, el rigurosamente analítico que propone Condillac para la demostración de que el único origen de las ideas, y por lo tanto, de todo el pensamiento, son las sensaciones; método analítico, además, en el que el protagonista es el lenguaje en sus principios universales, bajo el convencimiento de que éste es vehículo y, sobre todo, motor, de pensamiento. Finalmente, el fundamento último de esta ciencia es el esclarecimiento de la manera en que el hombre piensa, conoce el mundo, desde la convicción de que sólo tras este hallazgo es posible el progreso en las ciencias, y por lo tanto, el progreso en lo social, político y moral.

2. Idea

En el epígrafe anterior, el 2.2.1., en el que se ha explicado el concepto de ideología, se ha pasado de puntillas sobre la noción de idea, y sin embargo, es una cuestión fundamental que merece toda la atención. Y no lo es sólo porque la ideología sea la ciencia de las ideas, no, la importancia y significación del concepto de idea fue también extraordinaria para la filosofía epistemológica de los siglos anteriores, XVII y XVIII, de la que la ideología toma sus fundamentos.

El 2 floréal del año IV de la República Francesa Destutt de Tracy pronuncia unas palabras elocuentísimas y apasionantes acerca de las ideas:

En effet, puisque rien n’existe pour nous que par les idées que nous en avons, puisque nos idées sont tout notre être, sont notre existence elle-même, l’examen de la manière dont nous les percevons et les combinons, peut seul nous apprendre en quoi consiste notre connaissance, sur quoi elle s’étends, quelles en sont les limites, et quelle méthode nous devons suivre dans la recherche des vérités de tout genre40.

La idea es el eje central de la investigación acerca del conocimiento humano. Y la clave de esta fe en el estudio de las ideas para la definitiva comprensión del entendimiento humano, y por lo tanto, de las expectativas de conocimiento del hombre sobre el mundo que le rodea, es la convicción de que conocer es conocer ideas, hilo conductor de toda la filosofía epistemológica de los siglos XVII, XVIII y XIX.

"Conocer es conocer ideas", esta proposición es, efectivamente, el lema común a toda la epistemología moderna, pero su significado varió a lo largo de estos tres siglos precisamente con las variaciones que en cada momento sufrió el concepto de idea. De aquí que a partir de ahora, este Trabajo de Investigación vaya a dedicar todos sus esfuerzos a analizar la noción de idea a lo largo de esos siglos y en concreto, a través del pensamiento de los filósofos esenciales para la ideología: primero, quien le dio nombre y forma definitiva, Destutt de Tracy, segundo, Descartes, padre del racionalismo cartesiano, tercero, Locke, impulsor definitivo de la investigación epistemológica y, cuarto, Condillac, máximo exponente del sensualismo y creador, en palabras de de Tracy, de la ideología como ciencia.

[...] Il est clair, quand on y réfléchit, que penser c’est avoir des perceptions ou des idées; que nos perceptions ou nos idées (je ferai toujours ces deux mots absolument synonymes) sont des choses que nous sentons, et que par conséquent penser c’est sentir. [...] Encore une fois, puisque penser c’est sentir, si les mots de notre langue étaient bien faits ou bien appliques, nous devrions appeler cette faculté sensibilité, et ses produits sensations, ou sentiments41.

Para Destutt de Tracy conocer es conocer sensaciones. Así se deduce del fragmento que se acaba de transcribir: pensar es sentir ("Penser, comme vous voyez, c’est toujours sentir, et ce n’est rien que sentir"42), el objeto del pensamiento son las ideas, el de sentir, las sensaciones, luego si pensar es sentir, las ideas son sensaciones. Ahora bien, ¿qué son las sensaciones?

"Une sensation est uniquement une modification de notre être"43, luego la idea es una modificación de nuestro ser provocada por la percepción.

Para subrayar más esta concepción de la idea como sensación, como el sentir mismo, y por lo tanto, como nuestro propio ser modificado por la sensibilidad y la percepción, Destutt de Tracy refuta convincentemente la concepción de idea que prevaleció hasta finales del siglo XVIII, concepción llamada "representacionista" y que sostiene que las ideas son representaciones mentales del mundo exterior.

On vous dira, et peut-être vous a-t-on déjà dit que le mot idée vient d’un mot grec qui signifie image, et qu’il a été adopté parce que nos idées sont les images des choses. Ce peut bien être effectivement là la raison que a fait créer ce mot, et qui l’a fait recevoir dans beaucoup de langes: mais cette raison n’est pas meilleure; car nos idées sont ce que nous sentons; et assurément le sentiment de douleur que je sens quand me brûle, n’est pas du tout la représentation du changement de couleur on de figure qui arrive à mon doigt. Nous verrons cela encore mieux par la suite: mais dès ce moment gardons-nous de l’erreur commune de croire que nos idées sont la représentation des choses qui les causent44.

En el siglo XVII, René Descartes (1596-1650), considerado padre de la ciencia moderna, y a quien Condillac, y por lo tanto los ideólogos, debe el método analítico que aplica en sus investigaciones45, escribe:

[...] Nous ne pouuons auoir aucune connaissance des choses, que par les idées que nous en conceuons; & que, par conséquent, nous n’en deuons iuger que fuiuant ces idées, & mesme nous deuons penser que tout ce qui répugne à ces idées est absolument impossible, & implique contradiction46.

Para Descartes concebimos las cosas sólo por las ideas, y sólo por ellas las conocemos, de manera que lo que contradiga a las ideas es imposible, no existe.

Por realidad objetiva de una idea, entiendo el ser o la entidad de la cosa representada por la idea, en cuanto esa entidad está en la idea; y en el mismo sentido puede hablarse de una perfección objetiva, un artificio objetivo, etc. Pues todo cuanto concebimos que está en los objetos de las ideas, está también objetivamente, o por representación, en las ideas mismas47.

La concepción de idea de Descartes conserva el valor representativo que tenían las formas escolásticas: la idea es una representación mental de los objetos exteriores, de su entidad. Pero esta representación, esta imagen no ha de ser fidedigna:

[...] Il faut au moins que nous remarquions qu’il n’y a aucunes images que douent en tout ressembler aux obiets qu’elles représentent: car autrement il n’y aurait point de distinction entre l’obiet & son image: mais qu’il suffit qu’elles leur ressemblent en peu de choses; & fouuent mesme, que leur perfection dépend de ce qu’elles ne leur ressemblent pas tant qu’elles pourroyent faire48.

De lo contrario no podrían distinguirse las ideas de los objetos a los que representa, de hecho, la perfección de las imágenes depende de que no lleguen a parecerse tanto como podrían. Y esto es así porque las ideas no son representaciones de las cosas en virtud de su semejanza con ellas, no, sino en virtud de la misma relación que media entre la palabra y el objeto al que se refiere y significa:

Vous savez bien que les paroles, n’ayant aucune ressemblance avec les choses qu’elles signifient, ne laissent pas de nous les faire concevoir [...] Or, si de mots, qui ne signifient rien que par l’institution des hommes, suffisent pour nous faire concevoir des choses, avec lesquelles ils n’ont aucune ressemblance: pourquoi la Nature ne pourra-t’elle pas aussi avoir établi certain signe, qui nous fasse avoir le sentiment de la lumière, bien que se signe n’ait rien en soi, qui soit semblable à ce sentiment?49

En resumen, para Descartes conocer es efectivamente conocer ideas, donde idea es una imagen o representación mental de los objetos exteriores, luego conocer es poseer una imagen mental del objeto exterior; imagen por lo demás, no fidedigna, pues no representa la idea en virtud de su semejanza sino en virtud de una relación como la de las palabras con los objetos a los que se refieren y significan.

Finalmente, conviene recoger la célebre distinción que Descartes realizó de las ideas tomando como criterio clasificador su origen, porque como se verá más adelante, resulta extremadamente reveladora para la valoración de la obra de Miguel García de la Madrid.

La archiconocida clasificación de las ideas de Descartes surge de las siguientes palabras: "... de esas ideas, unas me parecen nacidas conmigo, otras extrañas y venidas de fuera, y otras hechas e inventadas por mí mismo"50. De ahí Gassendi emprendió sus objeciones a la tercera meditación, y con ellas se fijó la denominación con que conocemos actualmente las tres clases de ideas propuestas por Descartes: "Tras estos distinguís tres géneros de ideas [...]: uno, el de las ideas innatas o nacidas con nosotros; otro el de las ideas adventicias, que vienen de fuera y son extrañas; y por último, el de las ideas facticias, hechas e inventadas por nosotros"51.

Las ideas innatas son aquellas ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia o percepción del mundo, y que han sido implantadas en nuestra mente por Dios, precisamente es la idea de Dios, una de esas ideas innatas. Las ideas adventicias son aquellas ideas que tienen su origen en la percepción del mundo exterior a través de nuestros sentidos, Descartes pone como ejemplo de ideas adventicias, el ruido, el calor y el sol. Finalmente, las ideas ficticias o facticias son aquellas que construye nuestra mente a través de la imaginación a partir de otras ideas, es el caso de las sirenas y los hipógrafos.

Todo lo que la mente percibe en sí misma, o todo lo que es el objeto inmediato de percepción, de pensamiento o de entendimiento, es a lo que llamo yo idea52.

Y,

Es evidente que la mente no conoce las cosas de forma inmediata, sino tan sólo por la intervención de las ideas que tiene sobre ellas. Nuestro conocimiento, por ello, sólo es real en la medida en que existe una conformidad entre nuestras ideas y la realidad de las cosas53.

Estas son ya palabras de Locke, para quien la idea es el elemento primordial, el que posibilita la constitución del conocimiento humano y además, su certidumbre. De nuevo se ve el protagonismo que adquiere la idea en la investigación del entendimiento humano. Lástima que este protagonismo no se acompañe de una definición suficientemente clara, aunque todos los filósofos coinciden en señalar54 que la noción lockeana de idea corresponde a la concepción representacionista del conocimiento.

Porque como entre las cosas que la mente contempla no hay ninguna, además de ella misma, que esté presente en el entendimiento, resulta necesario que alguna otra cosa actúe como signo o representación de la cosa que considera para poder presentarse a él, y estas son las ideas55.

Efectivamente, la idea media entre la mente y el mundo exterior, objeto de conocimiento, como un signo, como una representación de la cosa.

Por lo demás, y al igual que en el caso de Descartes, conviene recoger la clasificación que de las ideas hizo Locke, puesto que, como se verá en el epígrafe 2.2.5, revela la originalidad del pensamiento de Miguel García de la Madrid.

Locke clasifica las ideas principalmente en ideas simples e ideas complejas. Las ideas simples son aquellas "para cuya recepción la mente se muestra solamente pasiva, que son aquellas ideas simples recibidas a partir de la sensación y de la reflexión antes mencionadas, de manera que la mente no puede producir por sí sola ni tener ninguna idea que no dependa totalmente de ellas"56, y las complejas, "las ideas formadas de varias ideas simples"57. A su vez, las ideas simples pueden ser:

Hay algunas que llegan a nuestra mente a través de un solo sentido; segundo, hay otras que penetran en la mente por más de un sentido; tercero, otras se obtienen solamente mediante la reflexión; y cuarto, existen alguna que se abren paso y se sugieren a la mente por todas las vías de la sensación y de la reflexión58.

Entre las ideas simples que llegan a nuestra mente a través de un solo sentido están los colores o la solidez59; entre las ideas simples que llegan a nuestra mente a través de varios sentidos están las de espacio, forma, reposo y movimiento60; entre las que se obtienen exclusivamente por la reflexión son las ideas de percepción y de volición61; y finalmente son ideas simples que llegan a nuestra mente a través de la reflexión y la sensación, las ideas de placer y de dolor62.

Locke también subdivide las ideas complejas: "todas se pueden reducir a estas tres clases: 1. Modos, 2. Sustancias y 3. Relaciones"63. Las ideas complejas de modo son aquellas que se refieren a propiedades que no subsisten por sí mismas sino que dependen de las sustancias, "tales son las ideas significadas por las palabras triángulo, gratitud, asesinato, etc."64; las ideas complejas de sustancia son "aquellas combinaciones de ideas simples que se toman para representar665 distintas cosas particulares que subsisten por sí mismas"66, Locke pone como ejemplo las ideas de hombre, caballo, oro y agua67; finalmente las ideas complejas de relaciones son aquellas que nacen de la comparación de una idea con otra, y entre ellas Locke cita la idea de padre e hijo, las de mucho y poco, antes y después, etcétera68.

En cuanto a la concepción de idea de Condillac, esta oscila entre la antigua concepción representacionista de Descartes y Locke y una nueva según la cual las ideas son nuestro ser modificado. Así, en su primera obra, Essai sur l’origine des connoissances humaines (1746) se lee:

Pour un être qui ne réfléchit pas, pour nous-mêmes, dans ces moments où nous ne faisons, pour ainsi dire, que végéter, lés sensations ne sont que des sensations, et elles ne deviennent des idées que lorsque la reflexión nous les fait considérer comme images de quelque chose69.

En el Traité des sensations (1754):

La philosophie fait un nouveau pas: elle découvre que nos sensations ne sont pas les qualités mêmes des objets, et qu’au contraire elles ne sont que des modifications de notre aime70.

Y sin embargo, veintiséis años después en La Logique ou les premiers développements de l’art de penser vuelve a escribir:

Las sensaciones, consideradas como representando a los objetos sensibles, se llaman ideas; expresión figurada que significa realmente, lo mismo que imágenes71.

Ismael Martínez Liébana en su tesis de doctorado Tacto y constitución del mundo, la teoría del conocimiento de Condillac entiende que "a pesar de esta doble concepción de la sensación, Condillac tiende insensiblemente a mantener la segunda sobre la primera [...] Puesto que se trataba de descubrir el elemento simple del entendimiento y de seguir sus diferentes metamorfosis en una larga cadena de transformaciones sucesivas, era lógico considerar a la sensación más como modificación o manera de ser de la conciencia que como imagen representativa de los objetos"72; de lo que deduzco debió de ignorar —él como otros— el siguiente pasaje de Essai sur l’origine des connoissances humaines:

Il ne faudrait pas m’objecter qu’avant ce commence l’esprit a déjà des idées, puisqu’il a des perceptions: car des perceptions qui n’ont jamais été l’objet de la reflexión, ne sont pas proprement des idées. Elles ne sont que des impressions faites dans l’aime, auxquelles il manque, pour être des idées, d’être considères comme images73.

Pasaje en el que se aúnan las dos concepciones de idea: la sensación, que es una modificación del alma, sólo deviene idea cuando la consideramos como imagen o representación —llamémosle también signo—, y esto sólo se produce con la reflexión. Se trata de aquello que se expuso al final del apartado 2.2.1.74: el signo convencional que es el lenguaje, es el que posibilita en último término el conocimiento.

Retomando todo lo dicho en este apartado, surge una cuestión apremiante: ¿se confunde o desvirtúa Destutt de Tracy el pensamiento de Condillac al decir que las sensaciones son ideas? No, y basta para demostrarlo con leer los capítulos XVI y XVII de la parte primera de sus Éléments d’idéologie que llevan por título "Des signes de nos idées" y "Continuation du précédent"75. De alguna manera, Destutt de Tracy recupera a Locke, —cuya clasificación de las ideas estaba seguro en la mente de Condillac al hacer estas afirmaciones— y de manera implícita reconoce como sensaciones sus ideas simples, y así, las ideas a que se refiere Condillac como afecciones del alma producto de la percepción que devienen en imágenes a través de la reflexión, serían las ideas complejas del inglés.

3. Signo

Toutes nos connaissances sont des idées; ces idées ne nous apparaissent jamais que revêtues de signes. On veut, on doit savoir ce que sont des idées, ce que sont ces signes76.

Con estas palabras de Tracy sitúa la investigación de los signos para la definitiva comprensión del entendimiento humano, al mismo nivel que el estudio de las ideas; y por ello, dedica la segunda parte de sus elementos de ideología a la gramática, que entiende como "la science des signes" y "la continuation de la science des idées"77.

Tout ce qui représente nos idées est donc un signe; et tout système de signes est une langue ou un langage, et peut être nommé ainsi en prenant ces mots dans le sens générique et non dans le sens spécifique, et en faisant abstraction de la particularité qu’ils ont de dériver du nom d’un des organes de la parole: c’est ainsi qu’il est reçu de dire la langue hiéroglyphique, le langue d’action ou celui des gestes, et même le langue des sourds et muets78.

Todo sistema de signos es una lengua, de manera que a estos que Destutt de Tracy menciona en el fragmento que se acaba de transcribir hay que sumar los gestos del actor, la pintura y todos los "géneros de diseño"79. Y así, cuando en la parte segunda de Éléments d’idéologie estudia los nombres, los de Tracy dedica sus esfuerzos al signo lingüístico como paradigma del resto de lenguas o sistemas de signos, de ahí precisamente que sólo le interese una gramática filosófica, es decir, el estudio de los principios universales o generales de las lenguas.

En fin les signes de toutes les langues sont des réunions d’impressions sensibles, qui rappellent et représentent les idées auxquelles on les a intimement unies, et les opérations intellectuelles par les quelles ces idées ont été perçues ou composées80.

Esta es la definición más generosa que del signo da Destutt de Tracy a lo largo de toda su obra, y en ella se aprecian tres factores fundamentales en la concepción ideológica del signo: el origen sensual del conocimiento humano, la unión íntima entre signo e idea, y la doble función del signo respecto de las ideas, y por lo tanto, del conocimiento humano: la función evocadora y la función representativa.

En todos estos factores hay claros ecos de Condillac. Pero antes de analizar las reflexiones que acerca del signo vertió Condillac en su obra, es preciso atender a Locke, al que se debe el bautismo de una nueva ciencia, la semiótica, pero sobre todo el colocar el análisis semiótico en primera línea de la investigación del entendimiento humano81.

Pero como el confort y progreso de la sociedad no se podían lograr sin la comunicación de los pensamientos, se hizo necesario que el hombre encontrara unos signos externos sensibles, por los que esas ideas invisibles, de las que están hechos sus pensamientos pudieran darse a conocer a los demás hombres82.

La teoría del signo de Locke es incompleta, o más exactamente, una desilusión: de su noción de idea —ya se vio en la sección anterior— se deduce que la idea es un signo mental, insensible, de la cosa, y que tiene como tal un carácter exclusivamente representacional, sin embargo, a lo largo de su obra no hace ni una sola reflexión acerca del modo en que la idea funciona como signo, a Locke sólo parece interesarle el signo lingüístico. De la lectura del Ensayo sobre el entendimiento humano se concluye con la impresión de que si Locke sitúa el lenguaje como elemento clave en la investigación gnoseológica es con la única intención de comprobar cómo el signo lingüístico facilita u obstaculiza el entendimiento humano en su comunicación, y cuál es el uso correcto del lenguaje en busca de la claridad. Probablemente, también supuso una desilusión para él, los resultados rara vez se parecen a lo que imaginamos e ideamos, prueba de ello son las palabras del final de la obra:

La tercera rama se puede llamar Σημειωτική o doctrina de los signos, y como las palabras constituyen lo mas usual en ella, se le aplica tambien el termino de Logica. La materia de esta ciencia estriba en considerar en la naturaleza de los signos de los que la mente hace uso para la comprension de las cosas o para comunicar su conocimiento a los demas. Porque como entre las cosas que la mente contempla no hay ninguna, ademas de ella misma, que este presente en el entendimiento, resulta necesario que alguna otra cosa actue como signo o representación de la cosa que considera para poder presentarse a él, y estas son las ideas83.

Al final del libro IV, Locke hace una división de las ciencias en las que propone como tercera rama la semiótica —bautismo de la nueva ciencia— o doctrina de los signos, ciencia en la que entrarían como objeto de estudio no sólo el signo lingüístico, sino también las ideas en cuanto que signos. Lástima que esta propuesta no llegara a sus reflexiones84.

Poco más puede decirse acerca de la teoría semiótica de Locke aparte de su carácter inacabado y de la consideración del signo lingüístico como instrumento de comunicación que representa a las ideas.

Es el sino de Condillac tomar el relevo del filósofo inglés, e ir a dónde no quiso o supo llegar aquel: ya se vio en la primera sección de este epígrafe85 cómo critica la función exclusivamente comunicativa que Locke atribuye al lenguaje86 , cómo erige al lenguaje en origen del conocimiento humano, negando la existencia de las ideas y principios innatos87 , y por último, cómo la sensación sólo se convierte en idea cuando deviene signo, lo que tan sólo ocurre a través de la reflexión88.

En definitiva, en Condillac la relación idea-signo tiene curso en las dos direcciones, es dialéctica, hasta el punto de llegar a ser la misma cosa a través de la representación y la evocación89.

Claro que para Condillac no todos los lenguajes o sistemas de signos presentan el mismo valor: existen diferentes especies de signos y no todas ellas dan origen al desarrollo de la reflexión y de las operaciones superiores del entendimiento.

Je distingue trois sortes de signes. 1º Les signes accidentels, ou les objets que quelques circonstances particulières ont liés avec quelques-unes de nos idées, en sorte qu’ils sont propres à les réveiller. 2º Les signes naturels, ou les cris que la nature a établis pour les sentiments de joie, de crainte, de couleur, etc. 3º Les signes d’institutions, ou ceux que nous avons nous mêmes choisis, et qui n’ont qu’un rapport arbitraire avec nos idées90.

Condillac distingue tres tipos de signos: los signos accidentales, que evocan y representan un objeto en virtud de la casualidad; los signos naturales establecidos por la naturaleza; y los signos convencionales, que son inventados y arbitrarios en su razón. De estos tres tipos de signos, sólo los últimos, los signos de institución son fuente de reflexión, pues dado que aquellos otros tienen su origen en causas externas al sujeto cognoscente, se escapan a su uso, y sin embargo, aquellos otros, dado que son creación del ser humano, dependen exclusivamente de él.

Evidentemente los signos de institución son las lenguas, y es desde esta perspectiva del signo como generador de pensamiento, y no sólo desde la comunicativa de Locke, que Condillac emprende su gramática convencido de que "pour découvrir les principes du langage, il faut donc observer comment nous pensons: il faut chercher ces principes dans l’analyse même de la pensée"91. Es decir, a diferencia de Destutt de Tracy y de Locke, Condillac propone el estudio de la gramática desde el análisis del pensamiento, y no a la inversa, lo que demuestra hasta qué punto estaba convencido de que signo institucional e idea, lenguaje y pensamiento eran una misma cosa.

4. Lógica

Esta es sin duda, la cuestión más ingenua del presente epígrafe, pero aun así, es fundamental. Y lo es por dos razones: primera, porque el término "lógica" está cargado de significados, y segundo, porque el estudio de su posible significación dentro de la ciencia de la ideología (en el caso de Miguel García de la Madrid como parte primera), ayudará a delimitar las aspiraciones de La Ideología e incluso dará pie para realizar especulaciones acerca de otras posibles partes de la obra.

El representante de la ideología, Destutt de Tracy, titula la tercera parte de sus Éléments d’idéologie "Logique" y escribe al inicio, en un prólogo dirigido al senador e ideólogo Cabanis:

Mais pour se conformer à cette belle maxime, le premier pas à faire sans doute, est d’acquérir la connaissance de nos moyens de connaître eux-mêmes. C’est en cela, suivant moi, que consiste la science logique; et c’est ce qui m’autorise à la regarder comme la véritable philosophie première ou science première. D’un autre côté, elle est une seule et même chose avec la science de nos perceptions, l’Idéologie; car il nous est impossible de parvenir à la connaissance exacte de nos moyens de connaître, autrement que par l’observation attentive de leurs effets, et de la manière dont nous formons, nous exprimons, et nous combinons nos idées: ainsi ces trois sciences, Philosophie première, Idéologie et Logique, sont une seule et même chose92.

La lógica es para Destutt de Tracy la ciencia primera porque es la que se dedica al estudio de los modos de conocer del ser humano. Además, señala, la ideología y la lógica son una misma cosa porque es imposible llegar a comprender los modos de conocer sin atender a las ideas y a la manera en que se combinan, comparan etcétera.

Suivant l’opinion commune, la Logique est l’art de raisonner. Telle que je la conçois, elle n’est pas cela: elle est, ce me ensemble, ou doit être une science purement spéculative, consistant uniquement dans l’examen de la formation de nos idées, du mode de leur expression, de leur combinaison et de leur déduction [...] Quand cette science sera faite et bien faite, et qu’elle possédera des vérités incontestables, alors on pourra avec assurance, en déduire les principes de l’art de conduire son esprit dans la recherche de la vérité93.

De Tracy distingue entre "arte de razonar" y "ciencia del racionamiento", y señala que lejos de la opinión común, la lógica no es aquella, no es arte, sino ciencia, es decir, una disciplina meramente especulativa, que por lo demás, se dedicará a estudiar los modos de conocer del ser humano. Y sólo así y a partir del progreso en esta ciencia se logrará el progreso en el arte de "conduire son esprit dans la recherche de la vérité"94, porque a través de ella "peut nous faire voir de quelle certitude nous sommes susceptibles, et quels son les chemins pour y arriver"95.

En 1780, el mismo año de su muerte, Condillac publica La Logique ou les premiers développements de l’art de penser cuya redacción le encargó el gobierno de Polonia como manual de lógica para las escuelas palatinas del país96. El mismo título de la obra nos advierte de la distancia que hay entre esta obra y la tercera parte de los elementos de ideología de Destutt de Tracy: Condillac sí que creía que la lógica era el arte de pensar. Por lo demás, en "objeto de esta obra", Condillac advierte al lector de que "esta Lógica no se parece a ninguna de las que se han hecho hasta ahora"97, y no se parece porque "no empezaremos esta Lógica por definiciones, axiomas ni principios. Comenzaremos por observar las lecciones que nos da la Naturaleza"98, en definitiva esta Lógica es novedosa por tratarse de una lógica empirista.

Finalmente, la única referencia que hace Locke —a quien se ha venido estudiando en este Trabajo de Investigación como uno de los filósofos de mayor influencia en la creación y desarrollo de la ideología como ciencia—, a la lógica, es la que ya se transcribió en la página 131 de este Trabajo de Investigación: la lógica es la semiótica o doctrina de los signos, y su objeto es el estudio de los signos, y lo es porque "las palabras constituyen lo más usual en ella"99 (en la semiótica). Resulta evidente que para esta equiparación de la lógica a la semiótica, Locke se vale de la etimología, y por lo tanto de la palabra griega logos, que significa 'palabra'.

Como se ve, en torno a la génesis de la ideología orbitan tres concepciones muy distintas de la lógica: una especulativa, otra empírica y una última semiótica. En la siguiente sección comprobaremos si en La Ideología de Miguel García de la Madrid prevalece alguna de estas concepciones.

5. Ideología, idea, signo y lógica en La Ideología de Miguel García de la Madrid

En la página 105 de esta investigación se hacía el apunte malicioso de que quizás Miguel García de la Madrid había escrito La Ideología por simple oportunismo. Lo visto en el epígrafe tercero y las criticas que recibió en su día100 propiciaron la sospecha. Ha llegado el momento de dilucidar hasta qué punto esta sospecha es cierta y de situar en la historia de la filosofía las reflexiones vertidas en La Ideología para su correcta adscripción y valoración.

La primera dificultad con la que se encuentra el lector de La Ideología para situarla en la tradición filosófica es la ausencia de definición o siquiera breve descripción de lo que él entiende y llama ideología. Así, la única pista que da García de la Madrid acerca del significado del término ideología se halla en el título completo de la obra, y en el vínculo de este con el contenido efectivo del texto.

El título completo de La Ideología es: "La ideología o tratado de las ideas y de sus signos. Parte primera: de lo que se llama vulgarmente lógica". Y de él se deducen dos consideraciones: primera, que la ideología trata de las ideas y de los signos, pero no de cualquier signo, sino tan sólo de los signos de las ideas, y segundo, que la ideología, y por lo tanto, el estudio de las ideas y de sus signos, puede dividirse en varias partes, entre ellas el de la lógica en su acepción vulgar.

La consideración de que la ideología trata de ideas y de signos coincide plenamente con la descripción que de la misma hace Destutt de Tracy, basta recordar para demostrarlo dos breves afirmaciones suyas: la ideología es la ciencia de las ideas101 y la gramática, que es la ciencia de los signos, es la continuación de la ciencia de las ideas102. También coincide con el planteamiento ideólogo el vínculo entre idea y signo que se entrevé de la expresión "de sus signos": el signo interesa a la ideología en cuanto que representante y evocador de las ideas, y posibilitador de las operaciones mentales superiores.

Finalmente, la precisión de que esta obra de 1820 trata de la parte primera de la ideología casa perfectamente con el planteamiento de Destutt de Tracy, puesto que éste divide sus elementos de ideología en cinco partes: la primera, la ideología ciencia de los signos, una tercera que es la lógica, la cuarta que es la voluntad y la quinta, la economía y la moral. En lo que ya no coincide la obra de García de la Madrid y la de de Tracy es que mientras en aquel la parte primera de la ideología es la lógica, para el francés, la lógica queda relegada a un tercer lugar en la exposición del entendimiento humano por detrás del estudio del origen de las ideas y por detrás también del estudio de los signos.

Quizás esta discordancia se deba a la diferente consideración que de la lógica tienen estos dos autores.

De las palabras que acerca de la lógica escribe Destutt de Tracy se deduce, como ya se vio en la sección 2.2.4., que la lógica es la ciencia primera, que ideología y lógica son una misma cosa103, y que la lógica no es el arte de razonar sino la ciencia especulativa a través de la que se examina la formación de las ideas, su expresión, su combinación y deducción104.

[...] Según el sentido en que se usa hoy la palabra lógica, se entiende por tal aquella parte de la filosofía que dirige nuestro espíritu al conocimiento de la verdad para nuestra instrucción y la de los demás. [...] Los filósofos distinguen dos especies de lógica, así como de filosofías, a saber: la natural, por al cual se entiende el talento que da Dios a cada uno para comparar sus ideas o sus signos objetivos y deducir de uno o dos juicios, otro; y la artificial definida (Ilustración V) ya en el párrafo anterior. [...] Mas no se crean por eso que es inútil la lógica artificial, porque el arte es una guía más segura que la naturaleza, esta se perfecciona por aquel [...] La lógica artificial se divide en tres partes conforme a las tres operaciones o actos de nuestro entendimiento que son: recibir o adquirir ideas o signos ideales u objetivos; combinar o comparar dichas ideas o signos de diverso modo; y expresar a los demás dichas combinaciones (Ilustración VI) o comparaciones105.

De las palabras que García de la Madrid dedica a explicar qué es la lógica se deduce: primero, que la lógica es un arte, entendiendo arte por artificio en oposición a naturaleza, o mejor, a la lógica natural que García de la Madrid equipara al talento intelectual de cada persona; segundo, que la lógica estudia el origen de las ideas, su expresión y combinación; y tercero, que el objeto del estudio de la filosofía es ayudar al entendimiento humano en su adquisición de conocimientos ciertos.

No, no hay discordancia entre las concepciones que de lógica tienen uno y otro filósofo; ésta es la única conclusión posible tras comparar las reflexiones que acerca de la lógica vierten uno y otro en sus obras. La sola diferencia, superficial y vacua, es que Destutt de Tracy se limita a afirmar lo que García de la Madrid pone en práctica, es decir aquel se limita a afirmar al inicio de su lógica que ésta es la ciencia primera, y como tal la ideología misma, y García de la Madrid no lo afirma explícitamente pero sí implícitamente al considerar dentro de una primera parte de la ideología, esto es, dentro de la lógica, el análisis de las ideas, de los signos y de las palabras, o en léxico de Desctutt de Tracy: la "ideología propiamente dicha" y la "gramática".

Hasta aquí pues, no se pueden reprochar sino coincidencias entre el planteamiento de ideología de García de la Madrid, y el originario de la filosofía francesa, en concreto, del máximo representante de la escuela, de Tracy. Pero aún queda lo más definitivo: comprobar si el contenido, si las reflexiones de La Ideología corresponden al planteamiento inicial, si coinciden con las principales reflexiones de los ideólogos. La investigación prosigue así con el análisis del concepto de idea que manifiesta en esta obra Miguel García de la Madrid.

Por idea se entiende comúnmente la imagen (Ilustración VIII) que recibe o adquiere nuestra alma de cualquier objeto, si es físico o corpóreo por medio de los sentidos, si es metafísico o espiritual por medio de la reflexión (Ilustración IX). Pero si se han de excluir las metáforas, como debieran, de todo tratado científico, lo que llamamos idea no es otra cosa que un diverso modo de existir nuestra alma según las sensaciones o impresiones que recibe de los objetos, o según las reflexiones que forma106.

La noción que de idea tiene Miguel García de la Madrid es muy ecléctica. En un sentido es cartesiana y lockeana por considerar la idea imagen de un objeto (teoría representacionista), y al mismo tiempo, sensualista por entender como Condillac que la idea es una modificación del alma; sin embargo, de la Madrid tarda poco en resolver el conflicto: la concepción que según él prevalece es la concepción de idea de Condillac y por lo tanto, la propia de los ideólogos, puesto que aquella otra, en realidad no es más que una metáfora. La noción de idea recuerda, por otra parte a Locke, porque al igual que éste, para de la Madrid no existen las ideas innatas107 y a diferencia de Condillac, distingue no una única y sola fuente de la ideas, sino dos: la sensación y la reflexión. Además, la clasificación que a partir de aquí realiza el autor de La Ideología, esto es a partir del origen de las ideas, es de ecos cartesianos pues utiliza , en parte, su denominación:

Hay dos especies de ideas con relación a su origen, a saber: adventicias o inmediatas, porque nos vienen o las adquirimos inmediata o directamente por los sentidos (Ilustración XI), según la acción que ejercen sobre ellos los demás cuerpos, y por lo cual las llama "sensaciones" Condillac; y las ideas que llamamos facticias o mediatas, porque las formamos mediante o de resulta de las primeras [...] Las facticias se subdividen en reflexivas, abstractas y agregadas, según se adquieren o forman por medio de la reflexión, de la abstracción o de la agregación108.

Ecos de Descartes, sólo ecos, porque éste señalaba tres tipos de ideas, la primera las innatas, y García de la Madrid, como ya se vio, las niega. Además, de este fragmento se deduce que Miguel García de la Madrid continúa con la labor clasificatoria de las ideas: en este caso clasifica las ideas facticias, según el modo como se forman, y distingue, en ideas reflexivas, ideas abstractas e ideas agregadas. Pero aún hay más: de la Madrid clasifica también las ideas bajo el criterio del objeto que representa cada idea y distingue ideas de cuerpos o sustancias e ideas de espíritus o sustancias espirituales109; bajo el criterio de la conformidad con la que la idea representa su objeto: exacta o inexacta110; y finalmente bajo el criterio de la relación que une a unas ideas con otras: singular (que representa un solo ente)111, relativa (que se haya indisolublemente vinculada a otra idea)112, accesoria (que se haya vinculada a otra idea de manera accidental y casual)113, compleja (que comprende dos o más ideas)114 y colectiva (la compleja que representa muchas sustancias de una sola especie)115.

Esta larga clasificación es enteramente original de García de la Madrid, o al menos, no se corresponde con la clasificación de ningún filósofo conocido, es más, incluso se opone a la de otros autores.

Es el caso, por ejemplo, de su definición de las ideas complejas y de las ideas simples, que nada tiene que ver con la definición que de las mismas da Locke116. Pero sobre todo es el caso de su consideración de que "lo que llamamos atributo, cualidad o modo, no es idea, sino signo del objeto representado por ella"117 porque es "imposible que exista sustancia alguna sin sus cualidades o atributos, ni que estos, ya sean inseparables, ya accidentales, existan como nos los imaginamos a cada instante, separados de las sustancias a que modifican"118, consideración que critica la clasificación de las ideas complejas lockeana119.

Por lo demás, y pese a su originalidad, la valoración que se debe hacer de esta clasificación es negativa porque contradice en alguno de sus criterios la propia noción de idea que García de la Madrid manifiesta al inicio del capítulo. Me refiero, a los criterios por los que distingue entre ideas espirituales y corpóreas, y exactas e inexactas, esto es, los criterios de objeto al que representan y modo en que lo representan, respectivamente. Del punto I del capítulo I se deduce que García de la Madrid entiende finalmente la idea como modificación del alma, y que sus primeras palabras acerca del carácter representacionista de las ideas, es pura metáfora. Sin embargo, de estos dos criterios clasificatorios se deduce justamente lo contrario: la prevalencia de la concepción representacionista de la idea sobre la de estado subjetivo. Es más, parece, a raíz de la nota al pie 22 en la que se lee "lo que no representa a un objeto según es, no puede ni debe llamarse idea sino apariencia", que el carácter representacionista del que habla de la Madrid va más allá de las exigencias del propio Descartes, quien, como se recordará entiende que la idea no representa en virtud de la semejanza con el objeto representado, sino en virtud de una relación como la del lenguaje120.

En definitiva, en las reflexiones acerca de las ideas, La Ideología se muestra: primero, influenciada por diversos autores, segundo, contradictoria, y tercero, muy prudente. Y digo muy prudente, porque a pesar del título, y del planteamiento de la obra, ambos bajo la influencia de la escuela filosófica de los ideólogos, Miguel García de la Madrid no se decide por el sensualismo (el único origen del conocimiento es la sensación) ni tampoco por la teoría no representacionista del conocimiento.

Lamentablemente, lo mismo ocurre con su idea de signo en la que se aprecian ecos inconclusos y contradictorios.

Por signo en general se entiende todo aquello que sirve para expresar, recordar, anunciar o indicar la idea de un objeto o el atributo de una sustancia que haya existido o tenga que existir, y en caso de que existan actualmente, esté ausente o si presente, encubierto o desconocido. [...] se distinguen dos especies de signos con respecto a su origen, a saber: sensibles o que se adquieren por los sentidos e insensibles o espirituales, que se adquieren por la reflexión o por el discurso, cuales son todas las ideas relativas121.

El signo de La Ideología es representativo, y sí, también evocador en ausencia del objeto representado; y además es también signo la idea relativa. En estas afirmaciones hay ecos de las teorías semióticas de Destutt de Tracy y de Condillac, e incluso de Locke, pero la señal es confusa: primero, en Destutt de Tracy la función evocadora del signo va más allá del anuncio o del recordatorio, segundo, en Condillac la relación de signo y operaciones mentales superiores (la reflexión) es circular, de manera que no es sólo que aquellos se formen a través de la reflexión, sino que la reflexión se produce gracias a ellos, y tercero, para Locke las ideas son todas signos, no sólo son signos las ideas relativas, esto es los atributos o ideas de modo.

Al igual que en el caso de las ideas, Miguel García de la Madrid expone en La Ideología una larga clasificación de los signos. Distingue para empezar, y según el origen, dos clases de signos: los sensibles, que se adquieren por los sentidos , y los insensibles o espirituales que se adquieren por la reflexión o el discurso122. Distingue también entre signo natural y signo arbitrario, el primero es aquel cuyo vínculo con el objeto que representa o evoca es necesario, y el segundo aquel que representa al objeto por puro convenio arbitrario de los hombres123. Una tercera clasificación es la de signos demostrativos (de cosa que existe actualmente), rememorativos (de cosa pasada) y pronósticos (de cosa futura)124. A su vez clasifica los signos insensibles en relativos, abstractos y agregados, a imagen de las ideas125, y los sensibles en cierto e incierto126.

Y como ocurre con la clasificación de las ideas que dibuja en el capítulo I, esta clasificación de los signos tiene el don de la originalidad, pero como en aquella, su valoración no puede ser sino negativa.

Tiene razón Miguel García de la Madrid cuando en la nota 66 escribe127: "Y espero no se me tache de temerario por haber emprendido ilustrar una materia tan importante y tan abandonada de todos los demás lógicos". Sí, tiene razones para pensar que va a ser acusado de temeridad.

Es temerario realizar una clasificación de los signos con una idea tan poco clara de lo que es un signo. Una prueba de ello es el punto VIII del capítulo III en el que se lee la pregunta de "¿Cuántas especies hay de signos con relación a las dos ideas o a la idea y atributo que deben ser expresados, anunciados o indicados en cada signo?", porque ¿cuáles se suponen que son esas dos ideas o esa pareja de idea y atributo que expresa, anuncia o indica cada signo? Otra prueba de la falta de consistencia de su noción de signo es la constante repetición de expresiones como anunciar, expresar, recordar, indicar..., a veces juntos, para definir o señalar la función del signo, temeroso, parece, de utilizar la palabra representar, que sería a todas luces la más indicada para sus afirmaciones. Es imposible comprenderlo, es imposible realizar una interpretación coherente de su reflexiones semióticas ni tan siquiera a la luz de las reflexiones de autores referidos por el propio Miguel García de la Madrid128.

La continuación a esta teoría semiótica no mejora la impresión que hasta ahora proyecta La Ideología. El capítulo V titulado De las palabras o signos con que solemos más frecuentemente expresar las ideas y los atributos, constituye un anacronismo: prueba de ello es la referencia a los términos de primera intención y los términos de segunda intención129, nociones propias de la filosofía del lenguaje medieval130, o la sustitución de la expresión "palabra", por la de "término", más propia de los escolásticos131.

En resumen, La Ideología de Miguel García de la Madrid no puede considerarse una obra heredera de la corriente filosófica de la ideología. Y no puede, porque a pesar de su planteamiento y estructura, las nociones y reflexiones que en ella se expresan responden a un eclecticismo, unas veces anacrónico, otras contradictorio, y porque Miguel García de la Madrid no parece compartir la doctrina de los ideólogos, ni en su noción de idea ni en la de signo. Siquiera de la Madrid hubiera dedicado unas líneas a reprobar las consideraciones sensualistas de Condillac, por ejemplo, aun se hubiera podido mantener la esperanza de que La Ideología es una obra susceptible de ser adscrita a la escuela de los ideólogos, pues dentro de esta escuela filosófica francesa hubo originalidades muy dispares y así, se considera igualmente ideólogo al materialista Cabanis que al espiritualista Laromiguière132. Pero, lamentablemente, no es el caso: Miguel García de la Madrid no dedica ni una sola línea de La Ideología a defender o reprobar las tesis sensualistas o ideólogas, y son muy pocas sus referencias, muy pocas y además con el sólo afán de mostrar erudición (un ejemplo de ello son las numerosas ocasiones en las que señala que según Condillac todos los sentidos pueden reducirse al tacto).

Existen dos razones posibles para esta contradicción entre el propósito de la obra definido en el título y en su estructura, y el efectivo contenido de las reflexiones vertidas en ella: la primera es que en aquellos años y en España las tesis sensualistas e incluso las de los ideólogos eran entendidas por muchos como un materialismo ateo cuanto menos censurable133; y la segunda razón posible es que a pesar de todo Miguel García de la Madrid no conocía suficientemente bien las doctrinas sensualistas ni las de la ideología.

Estas dos razones no son incompatibles, pero aun así, parece evidente que estos silencios y carencias responden más que nada a la ignorancia del autor. Ignorancia que se extiende más allá de la ideología y que justifica las incoherencias, las contradicciones y los pasajes incomprensibles que tanto abundan en La Ideología. ¿Qué otra razón si no puede justificar el desaliñado contenido de la obra?

Sí, parece que aquella sospecha de que La Ideología nace del oportunismo, de la moda, era acertada, pues el texto es un totum revolutum de reflexiones acerca de las ideas y de sus signos, de influencias muy dispares, y la ideología como ciencia sólo se reconoce en el planteamiento de la obra: en su título y en la temática.

¿Cuál es el valor de La Ideología? ¿Dónde situarla? ¿Acaso no es perverso juzgar una obra filosófica sólo desde su adecuación al modelo? Son algunas de las preguntas que sobrevienen al comprobar que La Ideología encalla al final de esta investigación en un limbo. Confío en responderlas ya sí en las conclusiones finales.


Notas

1. Claro e intencionado paralelo con el título completo de la obra de Miguel García de la Madrid, La Ideología o tratado de las ideas y de sus signos; parte primera: de lo que se llama vulgarmente lógica. Título que, como ya se ha tenido ocasión de comprobar en el epígrafe anterior es sumamente descriptivo y por lo tanto, fiel al efectivo contenido de la obra.

2. Es imposible establecer una fecha más concreta, pues si bien en letra impresa no aparece hasta 1798 con la publicación de las Mémoires sur la faculté de penser, en el sumario de esta misma publicación se señala que la misma no es sino una versión aumentada y perfeccionada de las conferencias que dictó Destutt de Tracy los días 2 floréal, el 2 mesidor del año IV, el 27 vendimiario del año V, y 22 y 27 pluvioso del año 6 (Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, Fayard, Paris, 1993, p. 35)

3. Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, p. 37.

4. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, Frommann-Holzboog, Stuttgart, 1977, I, pp. 8-9.

5. Se entiende ahora la confusión a la que lleva en ocasiones el término "ideología", pues es el propio Destutt de Tracy al englobar dentro de unos llamados elementos de ideología disciplinas tan diversas, el que provoca la ampliación del significado del término.

6. Y esto se demuestra con la enumeración de las seis secciones en que se divide la segunda clase de las escuelas centrales instauradas tras la Ley de 3 de brumario del año IV: análisis de las sensaciones y de las ideas, moral, ciencia social y legislación, economía política, historia y geografía.

7. Para ver una biografía más completa de Destutt de Tracy: Picavet, F., Les idéologues, Georg Olms, Hildesheim y New York, 1972, pp. 293-398.

8. Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy.

9. Resulta muy llamativo que Destutt de Tracy accediera a ser miembro de aquel senado, porque el mismo no venía a ser sino una abolición del sistema democrático que se derivaba de la doctrina social de Rousseau acerca de la soberanía del pueblo, a favor de algo así como un nuevo despotismo ilustrado. De hecho desde un principio Destutt se muestra insatisfecho con la nueva Constitución de Sieyès del año VIII de la República (ver Picavet, F., Les idéologues, Georg Olms, Hildesheim y New York, 1972, p. 322). Quizás después de todo, Napoleón tuviera razón al acusar a los ideólogos de charlatanes y "metafísicos nebulosos".

10. El autor de De l’industrie française al que Miguel García de la Madrid dedica su pequeña obra de 1820, Verdadero espíritu del Conde Chatal en órden á el sistema prohibitivo: ó colección de cuantas máximas vierte contra este sistema, en la obra que ha publicado de la industria francesa dos tomos en IVo.

11. Gusdorf, G., Les sciences humaines et la pensée occidentale: la conscience révolutionnaire; les idéologues, Payot, Paris, 1978, vol. VIII, pp. 320-321.

12. Rodríguez Molinero, M., "Génesis, prehistoria y mutaciones del concepto de ideología", en Anales de la Cátedra Francisco Suárez, Universidad de Granada, Granada, 1977, p. 130.

13. Recordar las palabras de García de la Madrid en la página 35 del tercer cuaderno de sus Tablas Cronológicas de los códigos y colecciones de todos tres derechos civil, romano, canónico y español, escritas en latín y castellano (Imprenta de Jose Torner, Barcelona, 1820).

14. "Nous pouvons connaître, mais nous ne saurions exiger qu’on retirons les noms des platoniciens, des épicuriens, des péripatéticiens qui ont conserve, à travers les siècles, les doctrines de leurs maîtres, sans y ajouter une idée originales..", Picavet, F., Les idéologues, p. 573.

15. Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, p. 71.

16. En el capítulo primero de la segunda parte de sus Mémoire sur la faculté de penser (Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, pp. 69-74), Destutt de Tracy narra cómo concluye con la bondad del término ideología y cómo y por qué descarta otras denominaciones como la de metafísica o psicología.

17. "Condillac a plus qu’aucun autre accru le nombre de leurs observations, et il a réellement creé l’idéologie", Éléments d’idéologie, I, p. 3.

18. "Locke est, je crois, le premier des homes qui ait tenté d’observer et de décrire l’intelligence humaine...", ibídem.

19. "... estando reunidos en mi despacho cinco o seis amigos discutiendo un tema bastante lejano a éste, pronto nos vimos en un punto muerto por las dificultades que, desde todos lados, aparecían. Después de devanarnos los sesos durante un rato, sin lograr aproximarnos a la solución de las dudas que nos tenían sumidos en la perplejidad, se me ocurrió que habíamos equivocado el camino y que, antes de meternos en disquisiciones de esta índole, era necesario examinar nuestras aptitudes y ver qué objetos están a nuestro alcance o más allá de nuestro entendimiento", Locke, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, Editorial Nacional, Madrid, 1980, I, "Epístola al lector", pp. 60-61.

20. "... no entraré aquí en consideraciones físicas de la mente, ni me ocuparé de examinar en qué puede consistir su esencia [...] Bastará para mi actual propósito considerar la facultad de discernimiento del hombre según se emplea respecto a los objetos de que se ocupa, y creo que no habré malgastado mi empeño en lo que se me ocurra referente a este propósito, si mediante este sencillo método histórico logro dar alguna razón de la forma en que nuestro entendimiento alcanza esas nociones que tenemos de las cosas, y si puedo establecer algunas reglas de certidumbre de nuestro conocimiento", ibídem I, "Introducción", 2, p. 74.

21. "Las observaciones que hacemos sobre los objetos sensibles externos, o sobre las operaciones internas de nuestra mente, las cuales percibimos, y sobre las que reflexionamos nosotros mismos, son lo que proveen a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar. Estas son las dos fuentes de conocimiento de donde parten todas las ideas que tenemos o que podamos tener de manera natural", ibídem I, 1, 2, p. 164.

22. "Nuestro propósito aquí no es conocer todas las cosas, sino aquellas que afectan a nuestra conducta", ibídem, I, "Introducción", 6, p. 78.

23. Condillac, E., B., Lógica y Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, Aguilar, Buenos Aires, 1964, pp. 174-175.

24. Ver nota al pie número 100.

25. "Vemos que la mayor parte de los juicios que se mezclan a todas nuestras sensaciones se le han escapado; que no ha conocido cuánta necesidad tenemos de tocar, de ver, de oír, etcétera; que todas las facultades del alma le han parecido cualidades innatas, y que no ha sospechado que podrían tener su origen en la sensación misma.", Condillac, E., B., Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, pp. 175; y "Le jugement, la reflexion, les definís, les passions &c., ne sont que la sensation même que se transforme différemment", Condillac, E. B., Traité des sensations. Traité des animaux, Fayard, Paris, 1984, p. 11.

26. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, I, p. 3. Entre otras cosas, Destutt de Tracy arremete contra la idea de Condillac, repetida por cierto varias veces en La Ideología, de que el tacto es el sentido preeminente.

27. No obstante, de Tracy sí que llega a citarlos al inicio de la segunda parte de sus Éléments d’idéologie: II, p. 7. Dos páginas más adelante elogiará a Dumarsais como "le premier des grammairiens".

28. "La grammaire générale est donc la science raisonnée des principes immuables & généraux du langage prononcé ou écrit dans quelque langue que ce foie", Beauzée, N., Grammaire générale ou exposition raisonnée des éléments necessaries du langage, pur servir de fundement à l’étude de toutes les langues, Imprimerie de J. Barbou, Paris, 1767, tomo I, p. X.

29. Nada de esto es, evidentemente, nuevo, y se observa ya mucho antes en otras gramáticas como la de El Brocense, pero es con Port-Royal cuando estas ideas alcanzan mayor eco, más auditorio, ayudado por los enciclopedistas franceses de mediados del siglo XVIII.

30. Locke, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, II, 33, 19, p. 590.

31. Bustos, E. de, Filosofía del lenguaje, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 1999, p. 98.

32. Y será esta la única aportación valiosa de Locke en el ámbito del lenguaje para nuestro estudio de la ciencia de la ideología, porque a parte de la apertura de una nueva perspectiva lingüística o gramatical para la iluminación del conocimiento humano, todos los autores coinciden en señalar su escasa innovación.

33. Destutt de Tracy, A. L. C., Éleménts d’idéologie, II, p. 421.

34. Condillac, E. B., Lógica y Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, p. 103.

35. Ibídem, p. 110.

36. Ibídem, p.115.

37. Claro que para que su pensamiento sea coherente el origen del lenguaje debe ser la sensación o a lo mucho derivarse de las facultades elementales del hombre surgidas directamente de la sensación, de manera que Condillac acaba por atribuir, y no convence, el origen del lenguaje al medio social que provoca la necesidad de comunicación y a la imaginación. Pero este asunto supera el objeto de esta exposición.

38. Se refiere a la parte tercera de los Éléments d’idéologie, que trata de la lógica.

39. Destutt de Tracy, A. L. C., Éleménts d’idéologie, II, p. 421.

40. Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, p. 37-38.

41. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, 1977, I, pp. 36-37.

42. Ibídem, p. 35.

43. Deneys, A. y H., Mémoire sur la faculté de penser. De la métaphysique de Kant et autres textes. Destutt de Tracy, p. 75.

44. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, I, p. 37.

45. Badereu, D., "Le calcul logique du Condillac", en Revue philosophique de la France et de l’etranger, Germer Baillière, Paris, 1968, nº 158, pp. 337-360.

46. Adam, C. y Tannery, P., Oeuvres de Descartes, Librairie philosophique J. Vrin, Paris, 1971, vol. III, p. 476.

47. Descartes, R., Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, KRK Ediciones, Oviedo, 2005, p. 368.

48. Adam, C. y Tannery, P., Oeuvres de Descartes, vol. VI, p. 113.

49. Ibídem, vol. XI, p. 406.

50. Descartes, R., Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, pp. 164-165.

51. Ibídem, p. 564.

52. Locke, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, II, 8, 8, pp. 205-206.

53. Ibídem, IV, 4, 3, p. 839.

54.

55. Ibídem, IV, 21, 4, pp. 1068-1069.

56. Ibídem, II, 12, 1, p. 249.

57. Ibídem.

58. Ibídem, II, 3,1, p. 187.

59. Ibídem, II, 3, 2, p. 188.

60. Ibídem, II, 5, 1, p. 194.

61. Ibídem, II, 6, 2, p. 195.

62. Ibídem, II, 7, 1, p. 196.

63. Ibídem, II, 12, 3, pp. 250-251.

64. Ibídem II, 12, 4, p. 251.

65. He aquí otra prueba de la concepción representacionista de las ideas de Locke.

66. Ibídem, II, 12, 6, p. 252.

67. Ibídem, II, 23, p. 435.

68. Ibídem, II, 25, pp. 468-476.

69. Le Roy, G., Oeuvres philosophiques de Condillac, Presses universitaires de France, Paris, 1947, vol. 1, IV, II, § 18, p. 45.

70. Condillac, E., B., Traité des sesations. Traité des animaux, p. 74.

71. Condillac, E. B., Lógica y Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, p. 41.

72. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1990, pp. 85-86.

73. Le Roy, G., Oeuvres philosophiques de Condillac, vol. 1, IV, II, § 18, p. 47.

74. pp. 115.

75. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, I, pp. 255-318.

76. Ibídem, II, p. IX.

77. Ibídem, p. 1.

78. Ibídem, I, p. 261.

79. Ibídem, p. 262.

80. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, III, p. 505.

81. Véase nota al pie 115.

82. Locke, J., Ensayo sobre el entendimiento humano, III, p. 609.

83. Ibídem, IV, pp. 1068-1069.

84. John Deely ironiza sobre todo esto: "La antinomia entre el punto de vista real adoptado como totalidad al comienzo del Ensayo y el punto de vista posible propuesto en su conclusión (Deely 1986a) es, para la historiografía semiótica, un objeto de consideración por derecho propio". Fundamentos de la semiótica, Universidad Iberoamericana, México, 1996, p. 279.

85. pp. 109-116 del presente Trabajo de Investigación.

86. Véase la nota al pie 121.

87. Véase nota al pie 120.

88. Véase nota al pie 158.

89. Lefèvre, R., "Condillac maître du langage", en Revue Internationale de Philosophie, Edition de la Revue Internationale de Philosophie, Bruselas, 1967, XXI, p. 394.

90. Le Roy, G., Oeuvres philosophiques de Condillac, vol. 1, II, IV, p. 19.

91. Condillac, E.B., Cours d’étude pour l’instruction du Prince de Parme: Grammaire, Fommann-holzboog, Stuttgart- Bad Cannstatt, 1986, p. 1.

92. Destutt de Tracy, A. L. C., Éléments d’idéologie, III, pp. v-vj.

93. Ibídem, pp. 1-2.

94. Ibídem, p. 522.

95. Ibídem.

96. Cappelletti, A. J., Introducción a Condillac, Universidad del Zulia, Maracaibo, 1973, p. 55.

97. Condillac, E. B., Lógica y Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, p. 26.

98. Ibídem.

99. Locke, J. , Ensayo sobre el entendimiento humano, p. 1068.

100. Recuérdese las palabras que escribió en El Europeo Buenaventura Carlos Aribau acerca de la obra de La Ideología (p. 66 del presente Trabajo de Investigación)

101. Destutt de Tracy, Mémoire sur la faculté de penser, p. 71.

102. Destutt de Tracy, Élements d’idéologie, II, p. 1.

103. Ibídem, III, pp. v-vj.

104. Ibídem, pp. 1-2.

105. La Ideología, Preliminar, VII-XI, pp. 190-192.

106. La Ideología, I, I, p. 188.

107. Ibídem, Ilustración XI, p. 299.

108. Ibídem, I, III, p. 194.

109. Ibídem, I, IV, p. 195.

110. Ibídem, VI., p. 196.

111. Ibídem, XI., p. 197.

112. Ibídem, XX., p. 201.

113. Ibídem, XXI, p. 208.

114. Ibídem, XXII, p. 203.

115. Ibídem, XXIII, p. 203.

116. Véase la página 124 de este Trabajo de Investigación.

117. La Ideología, II XII, p. 215.

118. Ibídem, I, V, pp. 195.

119. Véase la página 125 de este Trabajo de Investigación.

120. Véanse las páginas 121 y 122 de este Trabajo de Investigación.

121. La Ideología, III, I y II, p. 225.

122. Ibídem.

123. Ibídem, III, IV y V, p. 226.

124. Ibídem, III, VIII, p. 227.

125. Ibídem, III, X, p. 228.

126. Ibídem, III, XIV, p. 232.

127. Ibídem, IV, p. 234.

128. En la Nota Miguel García de la Madrid cita a Locke, Condillac y Destutt de Tracy.

129. La Ideología, V, IX-XII, p. 252.

130. Bustos Guadaño, E. de, Filosofía del lenguaje, pp. 50-52.

131. La Ideología, V, III, p. 245.

132. Picavet, P., Les ideologues.

133. Baum, R., "Destutt de Tracy en España", en Iberoromania, Hueber, Munich, 1971, nº3, pp. 121.


Fecha del documento: 3 de septiembre 2008
Última actualización: 3 de septiembre 2008


[Página principal] [Sugerencias]