LA RELEVANCIA DE LA SOLICITUD DE PEIRCE A LA CARNEGIE INSTITUTION


Joseph Ransdell (2002)


Traducción castellana de Claudia Carbonell (2002)


Esta es una introducción editorial al Manuscrito L75: La solicitud de ayuda de Charles Peirce a la Carnegie Institution en 1902 para su trabajo en lógica, retitulado Lógica, Considerada como Semiótica. Aunque esto fue escrito para la Versión 1, es aplicable a ambas versiones.




En 1902, Peirce presentó a la Carnegie Institution una solicitud de apoyo para ordenar sinópticamente su trabajo en lógica, inicialmente imaginado en tres pesados volúmenes, pero concebido finalmente como una colección de 36 "memorias" (o "monografías", como diríamos nosotros) de longitudes variadas, de un millón de palabras en total, aproximadamente. Hay (por lo menos) cinco borradores preliminares más una versión final de la solicitud -hay razones para pensar que se ha perdido algo del Manuscrito-, y el número total de páginas manuscritas existentes es aproximadamente de 459, aunque se trata propiamente de medias páginas. La versión final (que lleva un sello de recibido por la Carnegie Institution, con fecha 30 de julio de 1902) tiene 80 páginas.

Los especialistas que han trabajado extensamente con el Nachlass de Peirce, cuya porción existente contiene algo más de 100.000 páginas (incluyendo la correspondencia), han sido conscientes de ordinario de este manuscrito. Carolyn Eisele transcribió la versión final para incluirla en la colección de varios volúmenes de su trabajo de matemáticas llamado New Elements of Mathematics. No obstante, nunca ha llamado mucho la atención, salvo como algo de especial interés biográfico. Hasta donde sé, la única persona, aparte de mí, que se ha dado cuenta de que puede tener alguna importancia especial en la interpretación global del trabajo de Peirce ha sido Shea Zellweger, aunque nuestras intereses respectivos tienen perspectivas diferentes.

Hace aproximadamente 25 años, sin embargo, noté una cierta peculiaridad en el cuerpo del material L75 manuscrito tomado conjuntamente, a saber, que la aversión a auto repetirse de Peirce -cuyo pensamiento fluía tan abundantemente que raras veces se autocitaba o se repetía textualmente, e incluso a veces parece obsesivo con evitarlo- diera como resultado seis versiones (incluyendo la final), cada una de las cuales desarrolla con algún detalle cosas no mencionadas o sólo aludidas brevemente en las otras. Una extraña consecuencia de esto es que la versión que fue entregada a la Carnegie Institution parece estructuralmente desequilibrada y como si estuviera incompleta, como de hecho lo está, ya que su finalización se encuentra en el material de los cinco borradores anteriores, que Peirce no intentó incorporar en la versión final. Permítanme explicar esto mejor.

La versión final contiene un segmento introductorio seguido por nueve secciones, en las cuales Peirce intenta persuadir a los árbitros de que se merece la subvención, y de que pueden contar con que él la utilizará según dice que lo hará. Tenemos, como un "apéndice" -más largo que el cuerpo principal de la solicitud-, aquello que hace al Manuscrito de especial interés filosófico, esto es, una lista de 36 monografías propuestas, de las cuales algunas son sólo títulos, otras contienen una o dos frases de explicación de su contenido eventual, pero algunas son bastante largas.

Pero antes de continuar con eso, debo explicar primero que, aunque la parte de la solicitud que contiene su razonamiento como candidato para la subvención probablemente viola cualquier principio conocido para pedir un subsidio, y puede parecer al principio paranoico, de hecho, Peirce se está refiriendo de manera bastante directa a las objeciones que sabe de manera colateral y por una fuente fidedigna que han surgido respecto a otorgarle dinero, de modo que su aparente paranoia es, de hecho, una valoración realista de su situación. Aunque, seguramente, podía haber manejado el problema con más elegancia, no hay evidencia para acusarle de tendencias paranoicas, así como no la hay en él, por lo demás, hasta donde soy consciente. Si acaso, Peirce fue probablemente una persona más confiada y optimista que la mayoría.

Peirce sí tenía, de hecho, un enemigo extraordinariamente dedicado y muy influyente en el sistema académico/científico -el astrónomo Simon Newcomb-, que se esforzó incansable y eficazmente en la destrucción profesional de Peirce, a través del uso hábil de calumnias clandestinas en todas las coyunturas cruciales de la carrera profesional de Peirce. Esto comenzó, por lo menos, dos décadas antes, a partir de su nombramiento temporal como profesor a tiempo parcial en la Johns Hopkins. Newcomb, abiertamente amigo de la familia Peirce, escondía un gran resentimiento como de "pariente pobre" de esta familia privilegiada y de talento, pero tenía, probablemente, también otros motivos. Peirce no supo, aparentemente, que Newscomb era el principal responsable de las maquinaciones, hasta que ya era muy tarde para hacer alguna diferencia, aunque suponía, correctamente, que había una actuación permanente e infranqueablemente poderosa detrás del socavamiento sin tregua de su carrera profesional. Puede verse la biografía de Joseph Brent, Charles Sanders Peirce: A Life (Bloomington, Indiana University Press, 1993) para hacerse cargo de la extraordinaria dedicación de Newcomb a esto.

Sin embargo, hay una dimensión de esto que Brent -cuyo enfoque es siempre psicológico- no trata adecuadamente: en concreto, el problema que Peirce representaba para el sistema académico administrativo de su tiempo, como alguien con una influencia potencial inusualmente fuerte en lo académico, en virtud tanto de sus conexiones familiares poderosas -en el gobierno de EE.UU. y en Harvard-, así como de su sólida reputación ganada independientemente como científico. Peirce pertenecía al mundo científico, no era, de ninguna manera, una figura marginal en ese aspecto, y su padre, el matemático de Harvard Benjamin Peirce, era además un líder en la oposición académica organizada a las políticas adoptadas en Harvard y en otros lugares, de acuerdo con la ideología económica de esos tiempos.

Eran tiempos sorprendentemente parecidos a los nuestros en algunos sentidos, como en el predominio del Darwinismo Social -El Evangelio de la Avaricia, como se refería a él Peirce- y en el papel omnipresente del mundo comercial y de sus valores en la investigación y en el saber, a lo que Peirce, como su padre, se oponía profunda y abiertamente. Parece probable que la oposición de Newcomb a Peirce fuera provocada al menos de forma tan fuerte por las políticas de la situación -Peirce lo identifica abiertamente como un defensor del Darwinismo Social-, como por su resentimiento personal, aunque esto último indudablemente jugó algún papel en su devoción, aparentemente fanática, a un fin tan cuestionable. En cualquier caso, Newcomb tuvo éxito con esto, así como con sus otros intentos, a pesar del fuerte respaldo a Peirce, incluyendo el visto bueno del mismo Carnegie. Sin embargo, con esto entendido, dejemos aquí a un lado ese aspecto de la solicitud, y concentrémonos en la parte en la que Peirce explica lo que contendría el trabajo en lógica propuesto.

Mientras echaba una ojeada al Manuscrito, hace unas dos décadas, y contando con lo que sabía de la aversión que Peirce sentía a la repetición, se me ocurrió que si se descompusieran las seis versiones en parágrafos y después se organizaran 36 cubos clasificatorios enfrente de uno, representando los temas de las 36 memorias listadas en la versión final, y se ordenara entonces ese material párrafo por párrafo en los cubos temáticos apropiados, se terminaría con algo sustancial en casi todos ellos, y por tanto, con una visión ampliamente completa del trabajo proyectado, tema por tema, en vez de la versión aparentemente medio hecha que Peirce entregó como la versión final.

En ese entonces, yo trabajaba con Kenneth Ketner en el Institute for Studies in Pragmaticism en la Texas Tech, y le pedimos a la secretaria que mecanografiara una transcripción completa del L75, con cada párrafo en una página separada, para poder ordenarlos como acabo de describir. El resultado final fue que el Manuscrito completo sí se organizaba del modo como había anticipado, y esto con muy pocas coincidencias entre los borradores. La versión que presento aquí con fines filosóficos está basada en esta estrategia de descomposición y construcción compositiva.

Lo que le da una mayor relevancia a esto es el hecho de que las 36 memorias representan temáticamente el entero sistema filosófico de Peirce, tal como es analizado por él mismo en términos de orden de presuposición de los temas. Comenzamos, de este modo, con temas de matemáticas, es decir aquellos que tienen que ver especialmente con lógica matemática. Siguen las memorias cuyos temas son fenomenológicos (acerca de las categorías de apariencia), las ciencias normativas (que consisten en estética, ética y semiótica o lógica) y finalmente metafísica, que es el estudio puente entre la filosofía y las ciencias especiales (i.e. ciencias naturales y humanas). La semiótica o lógica, en el sentido amplio del término, se divide en gramática filosófica, lógica en el sentido más acotado (que a su vez se divide en lógica abductiva, inductiva y deductiva) y retórica filosófica. Así es como puede verse en forma de tabla:



LISTA DE MEMORIAS PROPUESTAS

[Títulos de Peirce; el texto entre corchetes es mío]


1. Sobre la Clasificación de las Ciencias Teoréticas de la Investigación

[Matemáticas]

2. Sobre las Matemáticas más Simples

3. Análisis de las Concepciones de las Matemáticas

4. Análisis de los Métodos de Demostración Matemática

[Fenomenología (o Faneroscopia)]

5. Sobre las Cualidades de las Tres Categorías de la Experiencia

6. Sobre las Categorías en sus Aspectos Reaccionales

7. Sobre las Categorías en sus Aspectos Mediatos

8. Examen de las Listas Históricas de las Categorías

[Las Ciencias Normativas: Estética, ética, y Lógica]

9. Sobre la Relación de la Estética y la ética con la Lógica

[Lógica en sentido amplio (= Semiótica)]

10. Sobre las Presuposiciones de la Lógica

11. Sobre la Concepción Lógica de la Mente

12. Sobre la Definición de Lógica

13. Sobre la División de la Lógica

14. Sobre el Método de Descubrimiento y Establecimiento de Verdades de la Lógica

[Gramática Filosófica ("Especulativa") (llamada aquí "Stechilógica") ]

15. Sobre la Naturaleza de la Stechilógica

16. Un Esquema General de la Stechilógica

17. Sobre los Términos

18. Sobre las Proposiciones

19. Sobre los Argumentos

[Lógica Crítica (Teoría de la Inferencia)]

20. De la Lógica Crítica en General

21. De las Primeras Premisas

22. La Lógica del Azar

23. Sobre la Validez de la Inducción

24. Sobre la Justificación de la Abducción

25. De los Argumentos Mixtos

26. Sobre las Falacias

[Retórica Filosófica ("Especulativa")(aquí llamada Metodéutica)]

27. De la Metodéutica

28. Sobre la Economía de la Investigación

29. Sobre el Curso de la Investigación

30. Sobre los Sistemas de Doctrina

31. Sobre la Clasificación

32. Sobre la Definición y Claridad de las Ideas [i.e. pragmatismo]

33. Sobre la Lógica Objetiva

[Metafísica]

34. Sobre la Uniformidad de la Naturaleza

35. Sobre la Metafísica

36. Sobre la Realidad y Naturaleza del Tiempo y el Espacio

[LAS CIENCIAS ESPECIALES irían aquí, en el orden de presuposición que subyace a su clasificación de las ciencias]



Aunque Peirce siempre pretendió ser un filósofo sistemático, la opinión corriente ha sido que eso no fue más que una quimera suya, que los esfuerzos en esa dirección fueron débiles, irremediablemente fragmentarios y ampliamente sin desarrollar. Pero esto es de cualquier forma falso, porque el esquema precedente ES el "sistema" de Peirce en líneas generales, que no es, claro está, un sistema deductivo de axiomas y teoremas al estilo Spinoziano (o Cartesiano), sino más bien un sistema basado en las relaciones de presuposición y en los principios omnipresentes de estructuración, generados implícitamente por la aplicación recursiva de su teoría de las categorías.

¿Llegó Peirce a "completar" su sistema? ¿No es esa una pregunta tonta? Pero, ¿no "fracasó" de algún modo en darle unidad? Bueno, a la Carnegie Institution no le pareció idóneo financiarlo para hacer eso, ni tampoco las otras grandes instituciones intelectuales de su tiempo se consideraron obligadas a apoyarlo para eso, así que se quedó sin hacer. Pero si se toman esos 36 temas y se recorre todo su trabajo, publicado y no publicado, y se organiza bajo esos encabezamientos, se descubrirá que hay suficiente trabajo de primera línea bajo cualquiera de la mayor parte de ello, como para avergonzar a la mayoría de los críticos por no ser suficientemente productivos.

Lo que hace esto más extraordinario es el hecho de que Peirce se ganó la vida y publicó extensamente como científico al mismo tiempo, ¡y esto sin la ayuda de personas o de instrumentos ahorradores de tiempo que los científicos hoy en día toman como necesidades! Según Fisch, Ketner y Kloesel en 1979, "¡sabemos de más de 800 publicaciones que toman aproximadamente 12.000 páginas!" (Tomado de "The New Tools of Peirce Scholarship" en Peirce Studies 1, 1979, p. 3). Parece que alguien fracasó en darle unidad, pero no es claro que fuera Peirce.

No puedo resistirme a añadir una cita del difunto Max Fisch, un estudioso de mucha cautela, pero de ordinario bien justificado, no dado a la hipérbole:

¿Quién es el intelecto más original y más versátil que las Américas han producido hasta ahora? La respuesta "Charles S. Peirce" es indiscutible, ya que cualquiera que le siguiera lo haría a tanta distancia que no valdría la pena nombrarlo. Matemático, astrónomo, químico, geodesista, topógrafo, cartógrafo, metrólogo, espectroscopista, ingeniero, inventor; psicólogo, filólogo, lexicógrafo, historiador de la ciencia, economista matemático, estudiante de medicina de por vida; crítico literario, dramaturgo, actor, escritor de cuentos cortos; fenomenólogo, semiótico, lógico, retórico [y] metafísico[.] Fue, para poner unos pocos ejemplos, el primer metrólogo que usó una longitud de onda de luz como unidad de medida, el inventor de la proyección quincuncial de la esfera, el primero en concebir el diseño y la teoría de un ordenador con un circuito de encendido eléctrico, y el fundador de "la economía de investigación". Es el único filósofo sistemático de las Américas que ha sido a la vez competente y productivo en lógica, matemáticas y en un campo amplio de las ciencias. Si tiene iguales, en este sentido, en toda la historia de la filosofía, no son más de dos. (Citado por Joseph Brent en Charles Sanders Peirce: A Life, Indiana University Press, 1993, pp 2f.)

En resumen hasta este punto, una de las cosas especialmente interesantes acerca de este Manuscrito particular es que, cuando se descompone y reconstruye analíticamente del modo indicado, arroja una perspectiva general de todo el sistema peirceano de pensamiento, que vuelve inmediatamente evidente para cualquiera que conozca bien el corpus de su trabajo que, cualesquiera que sean sus defectos, no se trata precisamente de falta de sistematicidad o de ser en algún grado incompleto. Hasta dónde sea coherente, válido, verdadero, prometedor, sugestivo, beneficioso, útil, pertinente, etc., es, claramente, otra cuestión.

Las 36 memorias proyectadas representan temáticamente el sistema filosófico total de Peirce, como fue analizado por él en términos de un orden de presuposición de sus partes, que él articula en su clasificación de las ciencias. (Peirce entiende una ciencia como una actividad social controlada críticamente por la norma de la verdad y, en su opinión, la filosofía puede ser así). Después de leer el manuscrito compuesto presentado aquí, aquellas personas familiarizadas con los escritos de Peirce no encontrarán dificultad en ver cómo el corpus entero de su trabajo, publicado y no publicado, podría ordenarse utilizando su esquema temático (suponiendo que sus escritos fueran descompuestos en las unidades apropiadas), y deberían poder ver, por tanto, que, de hecho, Peirce sí trabajó en detalle su sistema de pensamiento como se espera razonablemente de cualquiera.

Respecto a la estrategia editorial de cortar y pegar, debo insistir, sin embargo, en que el Manuscrito L75 es un caso especial. Ciertamente nadie querría, en general, descomponer sus escritos de esta manera, excepto como un experimento mental con un propósito especial. De hecho, eso fue lo que hicieron Hartshorne y Weiss con gran parte del material manuscrito que utilizaron al componer los primeros seis volúmenes de Collected Papers, a comienzos de la década de los 30. Sin embargo, pocos entusiastas de Peirce querrían que se repitiera esa estrategia editorial, que dio como resultado una recopilación de su obra que daba la impresión de una mentalidad fragmentada en Peirce, que podía expresarse fácilmente tanto en auto-contradicciones como en luces.

Esa opinión acerca de él, que no encuentra apoyo en su obra, ya pertenece al pasado, por lo menos en lo que respecta a comentarios responsables, aunque la impresión de Peirce que generalmente prevalece aún tiene que cambiar de acuerdo a los resultados de la investigación más reciente. Cuando yo descubrí el orden latente en el material manuscrito y la posibilidad de presentarlo redistribuyendo sus partes del modo indicado, siguiendo el marco proporcionado por la versión final, estaba todavía de moda pensar en Peirce como en un genio lunático, con grandes ideas pero pocos logros reales, luces brillantes no conectadas ni por la rima ni por la razón. Por tanto, concebí la versión compuesta no sólo como una herramienta para los especialistas que trabajan con Peirce, útil para mostrar la estructura global de sus propósitos y logros, sino también como un esquema que pudiera usarse como una especie de centro de control referencial para manejar el caos salvaje en que entonces se encontraban sus escritos y todavía se encuentran en gran parte, a pesar de la restauración de áreas significativas.

Teniendo en cuenta que esto fue antes de la llegada del texto electrónico, la idea original era que el Manuscrito L75, reconstruido según se ha indicado, sería presentado en página impresa de tal manera que el estudioso de Peirce pudiera utilizar su estructura de 36 memorias -que resulta altamente nemotécnica cuando uno capta su relación con el orden de las ciencias y la teoría subyacente de las categorías - como una especie de índice icónico para ser llenado libremente con referencias al resto de su trabajo. Por tanto el volumen imaginado tendría márgenes muy amplios, de modo que si, por ejemplo, uno estuviera trabajando con algún manuscrito y se encontrara alguna discusión de, digamos, presuposiciones de la lógica particularmente interesante, podría tomar su copia del L75, llegar a la memoria de ese tema (cuya localización sería fácil de recordar con relación al resto) y anotar una referencia codificada al número de identificación del archivo manuscrito.

Los especialistas en Peirce hacen, de hecho, esas anotaciones a menudo, pero el problema es cómo llevar cuenta de ellas. Bueno, se le asignan palabras claves por supuesto, y luego se ordenan alfabéticamente de alguna manera. Pero con una pluralidad de palabras claves para cualquier nota medianamente interesante, el problema entonces es escoger la palabra clave más útil, ¡y eso es de ordinario casi imposible, fuera de algún contexto especial! Para algunos filósofos ese tipo de sistema podría, sin embargo, ser más o menos bueno porque trabajan casi siempre desde el mismo contexto especial sin tener en cuenta lo que les ocupa. Pero, para Peirce, un esquema sistemático para propósitos de indexación referencial simplemente no puede ser construido así con una eficacia real.

Peirce publicó más de lo que a veces se tiene en cuenta, y también dejó mucho material bueno sin publicar. Sin embargo, el corpus como una totalidad, y en particular el material manuscrito no publicado, es una pesadilla para trabajarlo en su forma actual, llevadero sólo por el entusiasmo de los descubrimientos que el trabajar con él aporta tan frecuentemente. Una de las razones que dan cuenta de esto es que Peirce puede tratar cualquier tema en cualquier lugar, sin tener en cuenta cuál sea el propósito del ensayo en cuestión, lo que dificulta sobremanera recordar dónde trata un tema de un cierto modo definitivo. Es más, mi experiencia al respecto es que, si estoy seguro de que ha dicho algo en un determinado artículo o manuscrito, hay la mitad de probabilidades de que lo haya dicho en otro lugar, sin importar cuán claramente parezca recordar que lo haya dicho en ese lugar.

Esto conecta con el hecho de que Peirce tiene una capacidad extraordinaria para redescribir la misma cuestión desde diversos puntos de vista, de modo que una aproximación hecha desde cierta descripción puede llevar en direcciones distintas a otras hechas a partir de una descripción distinta de la misma realidad. (Esto no implica ni contradicción ni contrariedad lógica). Por ello, por ejemplo, debe haber -adivino- algo así como doscientas formulaciones verbales diferentes de la relación de representación genérica (o signo), algunas de las cuales difieren sólo en un aspecto relativamente insignificante, mientras que otras parecen inicialmente bastante distintas y pueden llevar en direcciones ampliamente diferentes.

Es por esto por lo que a quienes leen a Peirce superficialmente, puede parecerles que cambia constante de parecer, cuando en realidad sólo está mirando la misma cosa de otra manera, o está tomando una dirección diferente a partir de ella. Las cosas reales tienen innumerables descripciones verdaderas -la marca de una entidad meramente ficticia o inventada, que sólo es lo que se describe que es-, y no hay razón para suponer a priori que, cuando intentamos describir los aspectos "esenciales" -esto es, lo más importante cognitivamente- de algo real, seamos capaces de capturarlo en una sola y concisa descripción perfecta. La realidad tiene facetas.

Esto explica, de todas formas, algo de los motivos implícitos en el método reconstructivo radical que utilicé para desarrollar la Versión Primera del Manuscrito. El plan original de publicarlo en papel, del modo descrito arriba, nunca se materializó, porque se trataba de hacerlo asequible como un volumen especial de la serie Peirce Studies, que fue planeada originariamente como un órgano de comunicación profesional que expresara el juicio editorial de un grupo de colaboración de once especialistas en Peirce, que en ese entonces eran los miembros del Institute for Studies in Pragmaticism. Cuando esta colaboración dejó de ser funcional (por razones que no vienen al caso), sentí que sería inapropiado hacer uso de la serie Peirce Studies como su vehículo de publicación, ya que, debido a eso, las razones de la serie cambiaron necesariamente de manera significativa, y yo nunca consideré el Manuscrito reconstruido como algo para publicar en la forma de un "libro" en el sentido en el que se suele entender.

De todas formas, un plan detallado para esta reconstrucción -que aparecería bajo nuestros auspicios colectivos como grupo de colaboración de especialistas en Peirce- fue aprobado en una reunión plenaria de los once miembros del Instituto en Denver, Colorado, con ocasión de una reunión de la Sociedad de Semiótica de América, y copias del Manuscrito L75, en su forma reconstruida, han estado en circulación privada entre especialistas durante casi dos décadas, aunque no de manera sistemática, comenzando por copias distribuidas por mí a los otros diez especialistas en Peirce que componían la Junta Editorial originaria de once personas del Peirce Studies, como aparece listada en el primer número (1979): Jarret Brock, Herry Dozoretz, Carolyn Eisele, Joseph Esposito, Max Fisch, Charles Hardwick, Kenneth Ketner, Christian Kloesel, Klaus Oehler y David Pfeifer. No tengo idea de cuántas copias se han hecho a partir de éstas, aunque desde entonces yo he suministrado unas cuantas más a lo largo de los años, cuando se ha presentado una ocasión particular.

Como mencioné antes, Shea Zellweger desarrolló posteriormente un interés independiente en el Manuscrito L75, debido a sus estudios del material manuscrito usualmente conocido como "The Minute Logic", del periodo de 1900-1902. Shea es un psicólogo académico por vocación, con una especial ocupación como lógico formal con un interés permanente en los logros más notables de Peirce en notación, por cuyo interés Shea es bien conocido entre los estudiosos de Peirce. Como psicólogo, sin embargo, Shea ha estado también especialmente interesado en los métodos composicionales de Peirce, y se ha centrado especialmente en su trabajo de ese período, en cuanto que revela cosas importantes sobre la psicología de la investigación. Desde su perspectiva, el Manuscrito L75 aparece como la culminación del trabajo dedicado a "The Minute Logic" -una especie de epítome concluyente suyo, quizá-, que fue abandonado por Peirce como proyecto cuando la Carnegie Institution se negó a apoyarlo. (Con esas puertas cerradas, Peirce trató de volver a concebir estratégicamente la tarea de sacar eficazmente su trabajo adelante, mientras su salud, cada vez más precaria, lo permitiera. Pero hay otros que están mejor preparados que yo para explicar esto en detalle).

En cualquier caso, en lo que respecta a Shea y a mí, no hay ninguna deuda académica por ningún lado en relación con nuestro interés común o con nuestro trabajo en conexión con el Manuscrito L75. El trabajo de Shea sobre esto comenzó unos cuantos años más tarde, después de finalizada mi reconstrucción, cuando estuvo un año (posiblemente más) en el Peirce Edition Project, estudiando el material manuscrito de aquel período, y aparentemente no conocía mi anterior reconstrucción del L75, aunque por lo menos dos personas allí (Kloesel y Fisch) eran conscientes de ella, y por lo menos había allí una copia disponible, presumiblemente porque la conexión entre el L75 y la "Minute Logic" no se conocía hasta que el mismo Shea la señaló. (Es tal el desorden del material manuscrito -y las tendencias introvertidas de los especialistas que los mantiene alejados de trabajar en cooperación- que conexiones mayores como ésta pasan desapercibidas).

Pero la insistencia de Shea en la importancia de atender al carácter exacto del procedimiento de composición de Peirce, particularmente durante ese período, ha afectado a mi comprensión de Peirce como filósofo de manera importante, y ayuda a explicar por qué estoy presentando el material de este Manuscrito de una segunda forma aquí, en el website Arisbe. Explico las razones de esto con algún detalle en las notas editoriales especiales que pueden encontrarse en el panel editorial de la pantalla en la Versión 2 del MS L75 y no las repetiré aquí.



Traducción castellana de Claudia Carbonell (2002)




Fin de: "La relevancia de la solicitud de Peirce a la Carnegie Institution" por Joseph Ransdell (2002). Traducción castellana de Claudia Carbonell (2002).

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Fecha del documento: 12 de junio 2002
Ultima actualización: 31 de enero 2011


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