El holandés Otto van Veen o Vaenius, alumno de Federico Zuccaro y maestro entre 1596 y 1600 de Rubens, cuenta con una destacada biografía como pintor e ilustrador. Su sólida preparación cultural le llevó a acometer con éxito varios proyectos editoriales, siempre unidos al arte del grabado, el primero de los cuales y merced al cual adquirió fama internacional fue la obra Quinti Horati Flacci Emblemata, publicada en 1607 en la imprenta de J. Verdussen de Amberes y dedicada al Archiduque Alberto. El éxito fue tal que se sucedieron las reediciones y traducciones a varios idiomas, también al castellano en 1672 con el título Teatro moral de toda la philosophia de los antiguos y modernos, en la que a los emblemas horacianos se sumaba el Enchiridion de Epicteto y la Tabla de Cebes.
Los
Quinti Horati Flacci Emblemata se conducen –así lo indica su título, mucho más conciso de lo que en la época era habitual- por una doble vía, tal y como apuntaba Vaenius en su prólogo latino a la edición de 1612: el carácter pedagógico y moralizante extraído de los escritos poéticos de Horacio –
Epístolas,
Sátiras,
Odas- que refuerza con fragmentos de otros clásicos como Séneca, Cicerón, Plutarco, Juvenal y Ovidio, y la relación entre texto e imagen con intención didáctica propia del género emblemático, con la presencia de grabados que ilustran el texto horaciano. Con todo ello, Vaenius transmite una doctrina moral basada en la ideología neoestoica que alimentó la Contrarreforma, tratando de conjugar los postulados de esta escuela filosófica con el cristianismo, muy en la línea de Justo Lipsio, pensador que ejerció notable influencia sobre los círculos intelectuales flamencos. El modelo de conducta propuesto se asienta sobre aquellos valores de la virtud encaminados a alcanzar un estado de paz y serenidad, dictados por los principios de la nueva
Stoa: la enseñanza y la disciplina, la moderación y el control, la prudencia y la amistad, la reserva y el silencio, la templanza y la paciencia, el desprecio de la riqueza y el repudio de la avaricia, en
definitiva, el justo medio. Por tal motivo, y considerando el momento histórico en el que surge la obra, Vaenius no sólo pretende enseñar una conducta ética individual para alcanzar la virtud, sino que también solicita a través de ella una política pacificadora como necesidad de los Países Bajos para descansar de las crispadas guerras de religión. De ahí que resultase una obra sumamente adecuada para la educación y enseñanza de reyes y príncipes cristianos, a quienes están dedicadas buena parte de las ediciones.
Siguiendo un proceso ordenado de guía conceptual, Vaenius va trazando un sutil itinerario que se inicia con la exaltación y definición de la virtud, caracterizada como una joven dama con atributos guerreros y reminiscencias de Minerva; continúa con los medios que debe poner el hombre para alcanzarla y los beneficios que de ella se obtienen, sin olvidar los obstáculos que aparecen en el camino y los remedios para superarlos; y concluye con una reflexión sobre el paso del tiempo y la inexorabilidad de la muerte con su poder igualador, si bien el ejercicio de la virtud garantiza la inmortalidad. De esta manera, los principios horacianos, unidos a la emblemática y sus propósitos didácticos, hacen del libro de Vaenius un ejemplo revelador de la literatura de su tiempo.
Fiel a su espíritu estético, Vaenius muestra una refinada plasticidad en la presentación de la obra, compuesta por 103 emblemas, cada uno de ellos con idéntica organización. Las páginas pares, encabezadas por el mote bien destacado en mayúsculas, ofrecen una disposición geométricamente equilibrada que actúa como epigrama: la mitad superior la ocupa el texto en latín, con sentencias de autoridad sistemáticamente extraídas de Horacio y otros clásicos de la antigüedad, lo que evidencia un nuevo y compacto modo de concebir el libro de emblemas; y la mitad inferior, como si del tronco latino común surgieran, los nuevos idiomas, ya formados y maduros para transmitir las mismas ideas c
on otros significantes, dotando así a la obra de un marcado poliglotismo. Por su parte, las páginas impares quedan dedicadas íntegramente a la
pictura, resuelta mediante grabados de carácter pictórico y excelente calidad dibujados por Vaenius y grabados al parecer por su hermano Gijsbert; orografías, paisajes y espacios urbanos con encuadres perspectivos en distintos planos, se convierten en escenarios que tan pronto acogen la actividad del vivir cotidiano como dan paso a la presencia de figuras y fábulas del mundo clásico y mitológico. En el caso de la edición de 1684 que se conserva en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Navarra, el texto latino es traducido al alemán, al francés y al neerlandés; y este último se dispone en la parte inferior de la página impar, limitando el espacio destinado a la imagen.
Bibliografía:
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•Sebastián, S., “Teatro Moral de la Vida Humana, de Otto Vaenius. Lectura y significado de los emblemas”, Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, nº XIV, 1983, pp. 7-92.
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•Vaenius, O., Quinti Horatii Flacci emblemata (ed. de José Lara Garrido y Paloma Fanconi Villar), Villaviciosa de Odón, Universidad Europea de Madrid-CEES Ediciones, 1996.
Enlaces:
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•Otto Vaenius - Q. Horatii Flacci Emblemata (1612) - a web edition:
http://emblems.let.uu.nl/va1612.html